Revista Cultura y Ocio

¿Por qué el Beagle?

Por Bcmt

¿Por qué el Beagle?

Pour Alfredo, maître et ami, qui veuille sur moi

En el año 2009, del aniversario de Darwin, todas las revistas se volvieron locas pidiendo artículos. Pero, claro, en la música era complicado. Enrique Martínez, de Scherzo, me preguntó si me atrevía con un «Darwin y la música» y contesté que sí. De los artículos no científicos que he escrito ese es el que me ha dado más trabajo y del que me siento más orgullosa. Tuvo dos consecuencias: una, que interesó a verdaderos especialistas del evolucionismo vegetal y animal; dos, que conectó mi pasión por la naturaleza con la música. En noviembre de 2009 decidí constituirlo como línea de investigación y en eso estoy. Que en España suene a chino —lo de relacionar darwinismo y música— no quiere decir que en el extranjero no se haya considerado. Al final del año, ya había incluido en la reflexión a los preevolucionistas y a alguien que formaba parte de mi educación francesa, Lamarck.

   En el 2011 me regalaron toda la obra de Darwin, unos libros extraordinarios y el diario del Beagleen una bellísima edición. Recuerdo exactamente el momento en que abrí el paquete, impaciente, en un café situado en la tercera planta del centro comercial donde, por aquel entonces, estaba la oficina de correos que a mí me correspondía. Parece imposible que, con tantas lecturas, tantos libros… uno pueda sentir esa emoción aún… pero lo increíble es que, el simple hecho de verlos aún en una de mis estanterías, me hace soñar.   Cuando decidí emprender físicamente el viaje del Beagle, con mis tiempos y a mi ritmo, estaba planteándome una realidad y también una forma de metáfora. Realidad porque ya ha comenzado la lista de desplazamientos. Metáfora, porque lo que busco no es una teoría de la evolución, sino cómo avanzar en esta línea de investigación, teniendo en cuenta lo que se ha hecho, en neurociencia y biomusicología, y lo que yo siento qué debe hacerse… pero que aún no sé cómo articular.   La lectura del diario de Darwin me convenció de que sus hallazgos no se realizaron al poner un pie en las Galápagos, sino tras muchos años de estudio, tanto en Inglaterra como en el viaje, y de minuciosa investigación. Como pasa tantas veces, un día cristaliza, un día a una hora, mirando un pájaro, una iguana o con la vista perdida en el horizonte.

   A veces me llegan flashes de lo que podrá ser esta línea, no solo en general sino para mí. Son esos destellos instantáneos y fugaces los que, desde el 2009, me han hecho pensar que este será uno de los grandes ejes de mi reflexión musical, como lo fue y sigue siendo, la historia de la educación musical en el siglo XIX. La parte vistosa del viaje son esos desplazamientos, la parte que lo estructura son todas estas horas de estudio en casa. El Beagle no solo está en el mar.

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