En el arte, cuando se representa a la Trinidad como entidades separadas o se le quiere diferenciar del resto de personajes, el Espíritu Santo suele ser mostrado como una paloma blanca en vuelo. Si el concepto de Trinidad y monoteísmo genera extrañeza, que una manifestación divina lo haga invariablemente como una simple paloma resulta sorprendente.
En la Trinidad, el Espíritu Santo se percibe de forma excluida. El vínculo entre el Padre y el Hijo es obvio, aunque actúen como entidades relativamente independientes, pero el Espíritu Santo parece un sujeto pasivo sin esta conexión. La naturaleza del Espíritu Santo (רוח הקודש, ruacḥ ha-qodesh) se entiende mejor si conocemos la de los ángeles. Los ángeles son referidos tanto como mensajeros ( malʾāk) como espíritus ( rûaḥ), un término aplicado a un conjunto mayor de seres sobrenaturales. El término espíritu ( rûaḥ) también significa "viento", "aliento" o, en definitiva, aire en movimiento. Desde el punto de vista filosófico, se entendía como una forma pura de la materia.
Aunque la Trinidad es un concepto cristiano, se entiende que el concepto de espíritu divino es mencionado desde el Génesis, donde el espíritu de Dios, tormenta de Dios o viento todopoderoso ( rûaḥ elohim) flota sobre las aguas primordiales del caos primigenio. En textos posteriores se hace analogía de este pasaje, como al sobrevolar a Jacob en Deuteronomio 32:10-11, o se atribuye capacidad creadora al espíritu, como en Salmos 104:30. Su presencia en la creación sirve para justificar el plural de "Hagamos al hombre a nuestra imagen" ( Génesis 1:26), que habitualmente se señala en referencia a Dios y el concilio divino.
Si los ángeles son la voz divina que transmite su mensaje, el espíritu es quien ejecuta su voluntad. Como tal, se infunde en los humanos otorgándoles capacidades extraordinarias físicas pero especialmente mentales: Inspira a los líderes para gobernar sabiamente, permitiendo ordenar el mundo como ordenó el caos; como las musas, ilumina a Bezaleel y Aholiab para crear el tabernáculo, que debía actuar como imagen visible de Dios, y guía a su pueblo como un pastor ( Isaias 63:7-14). Perderlo se experimenta como una condena, como le ocurrió al rey David ( Salmos 51).
En los cuatro evangelios, Juan el Evangelista confesó que reconocería al Mesías por la señal de la paloma. Así, al bautizar a Jesús, se abrieron los cielos y apareció el espíritu de Dios en forma de esta ave (Mateo 3:16; Marcos 1:10; Lucas 3:22; Juan 1:32). El enigma es, ¿por qué una paloma?
En el fragmento del Evangelio de los hebreos citado por Jerónimo de Estridón en Comentario sobre Isaías, el Espíritu Santo no se compara con una paloma durante el bautizo. Si era así en el texto original o Jerónimo despreciaba el teriomorfismo, es decir, la transformación parcial o completa en un animal, es motivo de discusión. Por el contrario, en Odas de Salomón 24:1 se presenta una epifanía con la paloma revoloteando sobre el Mesías. Sin embargo, ni se especifica que fuera su bautismo, aunque sea probable, ni que fuera el Espíritu Santo. Esto sugiere la posibilidad de que ambas tradiciones se combinaran para formar el relato que conocemos.
Apoyándose en la comparación del bautismo con la familia de Noé en 1 Pedro 3:20, también se señala la relación con la paloma usada por este al final del diluvio. En los primeros siglos del cristianismo se aludía al Génesis 1:2, donde el espíritu divino flotaba sobre las aguas primigenias. Este pasaje contenía los tres elementos del relato del bautizo del Mesías: el Espíritu Santo, el agua y un acto propio de las aves. La interpretación del bautismo como una nueva creación es apoyada por los Manuscritos del Mar Muerto. Sin embargo, su uso de la paloma como señal del Espíritu Santo sigue siendo posterior al evangelio de Marcos por lo que, si este último quería hacer referencia al Génesis, seguía sin entenderse la mención del ave en vez de simplemente señalar que flotaba sobre el Mesías, como hacen otros textos.
Aunque en el Antiguo Testamento hay descenso de ángeles e incluso de Yahvé ( Isaías 63:14), ninguno lo hace en forma de ave. Por otra parte, el Espíritu Santo suele descansar o ser vertido sobre una persona, sin descender de forma autónoma sobre ella. Si Marcos, de quien parten Mateo y Lucas, no lo expresó con las estructuras conocidas, debía tener un motivo.
Por ello, es posible que la imagen de la paloma no provenga de la tradición judía, sino de la extensa influenciade la literatura helena, especialmente las obras de Homero. En la tradición homérica, es habitual que los dioses viajen entre mundos o se comuniquen entre ellos en forma de aves. En la Ilíada 15:236-238, Apolo desciende de los montes ideos como gavilán que mata a palomas y es el más veloz de las aves. Lo mismo ocurre cuando Tetis o Atenea descienden ante Aquiles, que llora a Patroclo. Del mismo modo, tanto el regreso de Atenea como Poseidón a su mundo se describe en forma de aves. En la Eneida de Virgilio este motivo persiste, como se puede observar en el descenso de Hermes o la partida de Iris.
Para los griegos, los dioses podían visitar a los humanos asumiendo o no la forma de estos para transmitir un mensaje, fuerza o valor. Por lo tanto, para poder ser entendido más allá de las comunidades judías, la escena bíblica habría presentado a Jesús como un dios que ha tomado forma humana. Este tipo de apariciones, los dioses en la tierra solían mostrar su verdadera identidad a un grupo selecto, como en la transfiguración de Jesús en la montaña ante Pedro, Santiago y Juan.
La reinterpretación de un humano como divino no era exclusiva de Jesús, sino que también se aplicaba a Pitágoras. Porfirio citó una lista de milagros nicomaqueos de Pitágoras donde se revelaba que este era Apolo, como también revela Filóstrato y Luciano de Samósata, que lo identifica en forma humana a través de un ave. Jámblico revela las formas en las que era venerado.
El propio emperador Augusto fue reinterpretado por Horacio como una epifanía de Hermes o Apolo, como hacía Virgilio con el nacimiento del mismo emperador. Como tras su asesinato Julio César fue declarado dios del estado romano ( divus Iulius), su hijo adoptivo Octavio fue considerado "hijo de dios" ( divi filius) y se señaló que su madre Atia fue impregnada por Apolo. El título fue usado por los sucesivos emperadores de la dinastía Julio-Claudiana.
Del mismo modo, Jesús era señalado como heredero de la dinastía de David y manifestación de Dios en la Tierra. Mientras para los emperadores romanos la poderosa águila era un augurio de victoria, valentía y guerra, en cambio las palomas simbolizan la paz venidera y cobardía. El contraste entre ambas aves se usó para marcar la diferencia entre la naturaleza de Roma y Palestina. Por lo tanto, el descenso del Espíritu Santo en forma de paloma proclama a Jesús como una figura contrapuesta al emperador romano que no gobernaría mediante la fuerza.
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