Estaba en primero medio, me había cambiado de colegio con mis mejores amigas, y en esos días de nostalgia se nos ocurrió ir a nuestra antigua escuela a visitar a nuestros ex profesores (en realidad dos o tres que eran a los que más cariño les teníamos). Llegamos a la hora de unos de los recreos y cuando corrimos a saludar al profesor que más queríamos el nos dijo: qué sorpresa verlas, pero me podrían haber avisado antes que iban a venir, así yo preparaba mi corazón… Lo miramos con cara de extrañadas y nos dijo: el principito, ¿no recuerdan? Se los hice leer como en quinto básico… Y, ahí nos explicó la parte en que el zorro le dice:“Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos”

Después de esa visita creo que llegamos todas a leer el libro; primero el capitulo XXI y luego el libro completo; tuvimos un montón de dudas, no entendíamos si realmente había pasado todo eso, discutimos la idea de si la rosa era una metáfora o si realmente al ser un principito él tenía una rosa en su planeta a la que amaba. Desde ese día nunca más me separé de ese libro y ese famoso capítulo del zorro lo hice mi filosofía de vida; es increíble como cada capítulo tiene frases increíbles, a veces no puedo creer que un montón de partes se adecúen tan bien a la vida y tampoco (como muchos lo han dicho por ahí) como en cada etapa de la vida en que lo leo le encuentro un nuevo significado. Cuando lo estoy pasando mal, siempre recuerdo “debo soportar dos o tres orugas si quiero conocer las mariposas”, o la vez que falleció nuestro querido profesor asociamos exactamente a él la parte en que decía “cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno), estarás contento de haberme conocido”.Ni los amores de mi vida se han salvado de mi amor por este libro, debo confesar que en un término muy triste para mí, hurté algunas frases de este libro para decirle a un hombre cuanto lo había querido: “Sí, yo te quiero -le dijo la flor-, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz”.


