NO. Comienzo con un no porque es lo que nos civiliza, lo que nos hace discernir y salir de un bucle de opiniones y de dejarnos arrastrar por argumentos que nada tienen que ver con una ciencia que se alza como la más actual, la que viene a explicarnos y a modificar posiciones en nosotros, que no tiene nada que ver lo que pasa como consecuencia de experiencias traumáticas inaccesibles ni nada por el estilo. No es que estés mal por algo que pasó en el pasado y que no recuerdas porque tu cerebro lo reprimió y lo que te pasa en el presente es consecuencia de ese "trastorno del pasado". Este punto de vista es erróneo, una incomprensión total de lo que el psicoanálisis significa para las personas y la comprensión de la vida psíquica. No es por una razón oculta y desconocida, una especie de "botón" o "tecla" que no encuentro y que hay que encontrarla para pulsarla y ¡voalá! Todo se descarga y se resuelve. Antes del psicoanálisis se creía que los padecimientos actuales tenían que ver con un trauma infantil, algo que pasó y que, por ser un yo inmaduro, no se había descargado adecuadamente el afecto correspondiente. Eso ya sabemos que no es así.
Nos eximiría de la responsabilidad, alguien puede incluso reafirmar "yo soy así" porque me viene desde la infancia, y culpar a algo, alguien, tomándolo como escudo y justificación a ciertas situaciones. Así, como se trata de experiencias traumáticas a las que no puedo acceder, sólo se resolverá todo cuando consiga acceder a ella y asumirlas. Groso error.
El psicoanálisis es como una segunda educación, la persona está en continua construcción, en continuo desarrollo, y además que no es el yo el que dirige, la parte consciente digamos, no es la fuerza de voluntad, lo que tu crees, lo que ves de ti lo que va guiando tu vida. En el tratamiento psicoanalítico vas produciendo eso de ti que también eres y desconoces ser y que se manifiesta en cómo vives, en tus lapsus, tus olvidos, en los chistes, en los sueños.... Lo inconsciente reprimido, la sexualidad infantil, que es todo lo que tuvimos que reprimir para civilizarnos, pero que es nuestra fuente de deseo, nuestra fuerza, energía. No es que tengas que ir a ningún pasado, hablamos del presente, del futuro, de lo que en ti te impide desarrollarte, en formas de reaccionar en las que estás anclado, que corresponden a modos de reaccionar del psiquismo más inmaduro y que, frente a la imposibilidad de gestión en la actualidad, vuelve, se fija en formas más primitivas que te impiden resolver. Por ejemplo, en lugar de poder afrontar una situación, hablar, poner energía y trabajo, se da un "atracón" de comida, poniendo en juego la agresividad y la impulsividad ahí. Nuestro cuerpo habla, nuestros síntomas hablan, pero no de algo del pasado, sino de modos de afrontar que no nos permiten solucionar, transcurrir adecuadamente.
El psicoanálisis nos ayuda a conocernos, a transformarnos, en esa labor que hacemos en el marco de la relación terapéutica donde vamos a "actuar" todo eso que nos pasa en nuestra vida: si aceptamos los límites, nuestra afectividad a veces desmedida antes situaciones que no corresponde, miedos, inseguridades, angustia ante la incertidumbre, toma de decisiones, nuestra posición adulta o no frente a la vida, nuestros lazos invisibles hacia figuras familiares, frases, que nos anclan y que desconocemos pero que el psicoanalista "traduce" "interpreta" en lo que decimos de lo que nos pasó, en nuestro discurrir, teniendo en cuenta nuestra historia de deseos. No tanto ir a buscar en la realidad material, sino lo que uno construye en su realidad psíquica que influye directamente en la realidad material: lo que elijo, lo que veo, lo que escucho, lo que interpreto... Es muy interesante, y para mí ha sido reveladora mi formación en psicoanálisis como terapeuta, mi psicoanálisis personal.
Me pareció también fascinante una enseñanza que me dijo mi profesor de pintura. Cuando pintamos, o cuando vivimos, vamos a poner un símil de esto, nos fijamos por ejemplo en las manzanas, las ciruelas, los rostros, digamos pretendemos pintar los detalles, pero así no damos cuenta de las perspectivas, de los volúmenes, las distancias... y sale todo distorsionado, aunque nos esforcemos en pintar, no nos va a salir porque no hay que ver la manzana, la pera, sino los volúmenes, las distancias, la perspectivas. Por eso, empecemos por la base, es nuestra realidad psíquica, y eso sólo te lo puede indicar un psicoanalista, porque tiene una formación teórica para ver eso, porque es el que te puede indicar cuando estés a punto de dibujarlo, ayudarte a redimensionar ciertas cosas que tú, por inercia, vas a querer seguir esforzándote, haciendo los detalles, pero no teniendo en cuenta otros aspectos que te van a hacer que dibujes algo que inevitablemente, sin saberlo pero sabiéndolo, vas a deformar.
A mí me pasó, ¿y a ti?
Laura López, Psicóloga- Psicoanalista
en formación continua con Grupo Cero
Perito judicial