Hay que reconocerlo: el periodismo perdió credibilidad en los últimos años. Si bien hoy estamos más informados que nunca, ser periodista no es sinónimo de emisor confiable.
Dos grandes interferencias obstaculizan la efectividad de este circuito de comunicación: la ideología como factor que divide al mensajero y termina elaborando un mensaje confuso y la renuncia a la verdad racional, o mejor dicho, a confiar en que utilizando la razón y la ética se puede elaborar un mensaje verdadero, que será el nexo de confianza entre emisores (periodistas) y receptores (audiencia).
En el primer caso advierto dos factores: primero, la formación del sentido crítico en las escuelas secundarias (que no siempre se enseña a hacerlo desde varias opiniones), que luego se extiende en las universidades y en los ámbitos de charla; y segundo, el sentido crítico que disparan los programas que critican a la televisión, cuyas primeras víctimas fueron los contenidos cholulos, a partir de Perdona Nuestros Pecados (PNP), de Gastón Portal, y hoy hacen foco en los contenidos periodísticos de los diarios, televisión y radio, como lo hace Canal 7 de Buenos Aires con 6,7,8. Y aquí aparece el factor ideología como interferencia: es muy bueno que exista sentido crítico, pero el problema es tomarlo como una bandera política, haciendo que un mensajero critique a otro mensajero manipulando la intención del mensaje emitido por este segundo. ¿Por qué? Porque mientras desde un lado de la cancha se celebra creyendo que el receptor entendió el mensaje y descubrió que ese otro emisor es un trucho, en la otra punta del campo de juego existe una minoría que captó ese mensaje y una mayoría que terminó confundida. Y nada peor para el periodismo el acostumbrarse a emitir mensajes confusos sin darse cuenta de ello. Si en la construcción de la crítica del mensaje participaran dos o más ideologías, o pensamientos o puntos de vista, se trataría de un aporte crítico que borraría todas las interferencias. Pero al tratarse de una crítica ideológica unidireccional estamos hablando de un periodismo que informa sólo desde un punto de vista. Si bien este ejemplo lo vemos a diario en temas de coyuntura política, es más visible -y por ende, más confuso el mensaje- cuando se informa sobre aborto, matrimonio igualitario, drogas, ideología de género, muerte digna, derechos humanos y asuntos de la iglesia católica, principalmente. El gran problema acá es llegar a la verdad... o aceptar que existe una verdad racional accesible: de eso se trata la segunda interferencia que día a día está quebrando el nexo de confianza entre periodismo y audiencia. Y aquí ya estamos hablando de relativismo.
Según Mariano Fazio -y basándose en el papa Benedicto XVI- el relativismo es la ideología del presente y se apoya en un antropocentrismo subjetivista que no excluye a Dios, pero sí lo relega; en la pérdida de la noción de la naturaleza humana y en liberar la libertad (a los antojos subjetivos). La fe y la razón pueden poner freno a esta dictadura del relativismo, como lo definió el actual pontífice.
"La razón del poder y del hacer ¿es ya toda la razón? Si el progreso, para ser progreso, necesita el crecimiento moral de la humanidad, entonces la razón del poder y del hacer debe ser integrada con la misma urgencia mediante la apertura de la razón a las fuerzas salvadoras de la fe, al discernimiento entre el bien y el mal. Sólo de este modo se convierte en una razón realmente humana. Sólo se vuelve humana si es capaz de indicar el camino a la voluntad y esto sólo lo puede hacer si mira más allá de sí misma. En caso contrario, la situación del hombre, en el desequilibrio entre la capacidad material, por un lado, y la falta de juicio del corazón, por otro, se convierte en una amenaza para sí mismo y para la creación".
Este juicio crítico, esté uno de acuerdo o no, en el fondo advierte que si el periodismo no regresa a la búsqueda de la verdad se va a sumar a la tendencia del mundo que sigue la corriente relativista de escaparle a la verdad, con las consecuencias negativas que ya estamos viendo hoy, que constituyen una amenaza, no sólo para el periodismo, sino también para el ser humano mismo. Suena exagerado, pero no estoy diciendo que si el periodismo no dice la verdad se va al carajo la creación humana. Sólo estoy afirmando que hace falta, y realmente mucho, que el periodismo despoje esas dos grandes interferencias descriptas en el segundo párrafo que hoy inciden en un mundo cada vez más confundido, en parte (para otros, en mucho) por los mensajes que llegan desde los medios de comunicación.
La tesis del Papa lo explica Mariano Fazio: "la fe y la razón se necesitan mutuamente. Una fe sin la luz de la razón corre el peligro de derivar en el fundamentalismo, o de recluirse en lo íntimo de la conciencia subjetiva, sin alcanzar la realidad. Una razón abocada únicamente a los resultados del método empírico-matemático no podrá dar respuestas a la pregunta sobre el sentido de la existencia humana, y se auto excluye de los ámbitos éticos y religiosos, dejados a la consideración subjetivista del individuo. La armonía fe y razón podrá devolver al hombre su confianza en conocer la verdad sobre él mismo, sobre Dios y sobre el mundo. He aquí el principal antídoto contra el relativismo".
Conocer sobre la verdad sobre el mundo y el ser humano tiene que ver con el periodismo. Estas afirmaciones se aplican en varios ámbitos pero quise rescatarlos para que sirvan de puntapié para hablar relativismo en el periodismo. Se puede profundizar mucho en ésto y sería bueno que otras visiones aporten sobre hasta qué punto el relativismo está dañando al periodismo.