Los inversores siguen apostando por las empresas cotizadas y la renta variable por al menos dos razones:
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La primera es que no ven alternativas viables. La renta fija está congelada en rentabilidades mínimas o nulas, si no negativas. Se invierta directamente en bonos o a través de fondos.
La segunda es que la renta variable se beneficia de unas perspectivas de crecimiento tras el batacazo de la Covid en 2020 que aún perduran. No sabemos hasta cuándo. Y también de la prevista continuidad de los tipos de interés bajísimos que se mantiene a pesar de que haya bancos centrales, como la Fed que han avisado de próximas subidas. Habrá que estar atento a la inflación. Por ahora gana la opinión de que es temporal, pero si en algún momento cambiara esa opinión, veríamos a las bolsas ponerse muy nerviosas.
La conclusión es que se impone un sentimiento de recuperación y crecimiento y de continuidad en los tipos bajos. Y el sentimiento de los inversores impone su ley. Aunque es muy cambiante y se compone de un 90% de subjetividad y un 10% de datos objetivos.
Por ahora las previsiones de crecimiento del beneficio de las empresas que descuentan las cotizaciones bursátiles son optimistas, tanto porque se confía en que se recupere la demanda post Covid como porque no se estima que la inflación cause mayores daños a los márgenes en general. E, insisto, porque los tipos de interés no preocupan. Ese es el mérito de los bancos centrales, y en especial de la Fed norteamericana.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿cuándo acabará esta situación? ¿cuándo cambiará alguno de los factores que la hacen posible? ¿cuándo ocurrirá algo que haga empeorar la percepción que los grandes inversores (los que van por delante) tienen de la evolución del valor de las empresas y de la rentabilidad de la renta fija?
Creo que nadie lo sabe. Pero la mayoría piensa que el factor desencadenante tendrá que ver con el alza, o mejor dicho la perspectiva del alza, de los tipos de interés. Por eso el gran protagonismo económico que tienen los principales bancos centrales. Y en especial la Fed, por la importancia de la economía norteamericana y del dólar.
¿Será en 2022? No parece. ¿Será en 2023? Es más probable, si se confirma el crecimiento económico post Covid y la inflación se asienta sobre tasas similares o por encima de las tasas de crecimiento. Difícilmente sea en 2024. Lo importante es que sea una evolución normal, dentro de la ley aceptada de los ciclos económicos. Es decir, digerible por los mercados financieros.
Eso es lo que descuentan las bolsas ahora mismo. Y por eso no se fijan tanto en la evolución de la Covid. Aparte de que están observando como las principales economías se han ido adaptando a la evolución de la Covid y siguen recuperando tasas de crecimiento aceptables, salvo las muy expuestas al turismo, como la española. Pero incluso esta se verá impulsada si, como se espera, la Covid acabe siendo dominada.
Alguien se preguntará ¿por qué el alza de tipos es tan decisiva? Pues porque la subida de los tipos de interés sin riesgo, que parten de los tipos que fijan los bancos centrales y se concretan en los préstamos interbancarios que hacen y en la emisión de bonos por parte de los países de referencia, afectan a las tasas de rentabilidad exigidas por cualquier inversor del mundo a la hora de adquirir cualquier activo, sea financiero, físico o inmobiliario. Una acción, un bono, una joya, una vivienda...
Los compradores querrán más rentabilidad y además tendrán un coste superior a la hora de financiarse para realizar esa compra, y eso es algo que, matemáticamente hablando, rebaja los precios que están dispuestos a pagar. Además, la mayor tasa de rentabilidad y el mayor coste de financiación provocan un doble efecto que impulsa a la baja el precio de los activos cuanto mayor es el apalancamiento. ¡Y el apalancamiento actual es bastante alto! Así que cuidado...
En conclusión: hay que estar atentos a los bancos centrales. Especialmente a la Fed y al BCE, pero sin olvidar a los británicos, los chinos y los japoneses.
Y si alguien quiere dejar de temer por que su cartera de activos cotizados se hunda con una imprevista subida de tipos, mi consejo es que diversifique invirtiendo en activos alternativos, en fondos de inversión en empresas no cotizadas. Yo así lo he hecho.