por Paloma Nuria Gonzalo García
La infancia es mágica, etapa de descubrimientos, revelaciones y respuesta a incógnitas de nuestro proceso de vida. Del nacimiento a sus tres años, los niños y niñas asientan la base de todo lo que acontece posteriormente. Es el momento de formar el cuerpo, desarrollar el lenguaje, construir la personalidad y aprender habilidades y aptitudes naturales. Todo ello se realiza a través del juego, porque todos los niños y niñas de todos los países juegan: “Viven y sienten a través del juego para realizar aprendizajes significativos”.
Observando detenidamente sus juegos, descubrimos que existen dos juegos exclusivos y universales que nos desvelan los secretos de la interacción comunicativa. Son el juego del “Cucú-Tas” y el juego de “Dar y tomar”. Estos dos juegos son parte de la cultura y el conocimiento de todos los países del mundo, son el primer modo de conversación e interacción y son la esencia del proceso de socialización.
Aparecen en torno a los nueve meses de vida, cuando la criatura ha adquirido las suficientes herramientas comunicativas; aunque, aún, no es capaz de comunicarse con palabras, si puede hacerlo con el cuerpo, a través de gestos, movimientos y acciones. Y su capacidad de comprensión es muy elevada, aunque nos cueste creerlo. La pediatra y psicoanalista francesa Françoise Dolto, enunció al respecto que: “sin importar lo pequeño que fuera y al margen de que maneje o no el lenguaje verbal, un ser humano tiene la misma capacidad de comprensión desde que está en el vientre de la madre hasta el día de su muerte”.
Para poder jugar bien requieren de una pauta imprescindible y fundamental: necesitan de un adulto. Un adulto interlocutor e implicado en el juego que escucha, es escuchado y que pone palabras a las acciones, movimientos y gestos del bebé. Si el adulto juega, verbaliza lo que sucede y se percibe que disfruta, el resultado es mucho más fascinante y revelador.
Veamos, a grandes rasgos, en que consisten los dos juegos:
El juego del “CUCÚ-TAS” (a modo de curiosidad su traducción al inglés es “Peek a boo”, al finlandés, “kukkuu-leikki) consiste en que me escondo tras mis manos tras la consigna “Cucú” y aparezco después de la consigna “tas”. Es un juego de atención conjunta, adulto y niño atendemos simultáneamente el uno al otro. No necesitamos de ningún objeto, aunque posteriormente es posible que se utilice una tela, una caja… El adulto es el que enseña al bebé el juego, se transmite culturalmente de generación en generación y lo más curioso de todo es que el bebé realmente cree que desaparece.
El juego de “DAR Y TOMAR” consiste en que te doy un objeto (una cuchara, por ejemplo) y espero y realizo un gesto para que me le devuelvas, te le vuelvo a dar y espero de nuevo a que me le devuelvas y así sucesivamente hasta que el adulto o el niño deciden no continuar con el juego (la mayoría de las ocasiones el adulto se ha aburrido o no tiene tiempo para seguir el juego). Es un juego de acción conjunta, adulto y niño actuamos sobre un objeto de forma conjunta. Necesitamos de un objeto que se pueda compartir (golpear, tirar…). El niño es el que inicia el juego experimentando la disposición de su compañero/a para participar y buscando regular su conducta. Es el antecedente de dar y recibir del intercambio social y es una auténtica conversación sin palabras. Este juego puede derivar en meter y sacar objetos o construir y tirar.
El psicólogo estadounidense Jerome Bruner denominó “Formatos” (formatos de atención conjunta y formatos de acción conjunta) a estos juegos para describir las interacciones triangulares que se dan entre el niño, el adulto y los objetos. Y se ha explicado un formato mixto para la situaciones en las que el adulto y el niño atienden y actúan conjuntamente sobre un objeto: juegos de indicación (señalar para obtener algo) o la lectura de libros.
Ahora bien, la importancia (y el secreto) de estos primeros juegos permanece en que son la base de la comunicación, de la interacción y del desarrollo del lenguaje. Es necesario que se les de un sentido, ya que están llenos de intencionalidad y ofrecen al niño la oportunidad inicial y más importante de atreverse a pensar, a hablar y quizás incluso a ser él mismo (Bruner, 1986). Son instrumentos del pensamiento hasta que el niño y la niña puedan comunicarse con palabras.
El adulto desempeña un papel muy importante aceptando la invitación para participar y jugando. Ignorar la provocación al juego, es ignorar de manera indirecta la intención comunicativa del niño e ignorarle a él mismo. De igual forma, hay que jugar al juego, jugar bien, poner palabras y disfrutarlo, así brindamos libertad, espontaneidad y, aún más interesante, desentrañamos las múltiples posibilidades del pensamiento del niño.
Acompañar el juego es proporcionar atención y confianza al otro, es importante jugar bien, sino ¿para qué jugar?
A Almu, Jelen, Bey y Rocío.
Paloma Nuria Gonzalo García. Maestra de Educación Infantil y Audición y Lenguaje (Plataforma por la Defensa de la Educación Infantil 0-6).
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