En los tiempos de crisis que corren, uno se plantea qué tiene que tener un negocio para ser considerado bueno. La teoría es fácil: un buen negocio es aquel que genera beneficios, para lo que antes es fundamental realizar una inversión. Si, además, ese negocio supone también beneficios para la sociedad, la inversión estará más que justificada.
No me cabe duda de que éste es el caso de la eólica. Cierto es que necesita un impulso vía primas, que nacen en los años noventa con el objetivo de incentivar las energías más limpias como alternativa para penalizar las más contaminantes. Pero, además de las bondades medioambientales y la contribución a la independencia y a la seguridad energética, se ha demostrado que la eólica genera importantes beneficios sociales y económicos, y ahorros importantes para el sistema energético con un coste muy bajo para el consumidor.
Vayamos por partes. Para empezar, hay que tener claro que en España la retribución a la eólica es la más baja de la Unión Europea (ronda los 77 €/MWh, frente a los 92 € de Alemania, los 86 € de Francia o los 152 € de Italia). Además, en España la eólica es la tecnología del régimen especial que menos retribución percibe y la que más aporta a la cobertura de la demanda eléctrica (el 14,3% en 2009 y camino del 17% en 2010). Al mismo tiempo, es la más competitiva, al ser la que está más próxima a ser rentable por sí misma, sin incentivos.
Y se preguntarán ustedes, ¿a cambio de qué se pagan estos incentivos? Pues a cambio del aprovechamiento de una energía que es inagotable, que no contamina, que frena el consumo de combustibles fósiles y, por lo tanto, que contribuye a evitar el cambio climático.
Estas son las ventajas intrínsecas y el motivo por el que los diferentes países empezaron, allá por los años noventa, a apostar por esta tecnología. Hoy se trata de un tipo de energía ya madura, que ha demostrado que también supone importantes beneficios económicos y sociales. En España en 2009, la eólica evitó la emisión de 20,6 Mt de CO2, el equivalente a 270 M€; ahorró importaciones de combustibles fósiles por valor de 1.541 M€; bajó el precio de la electricidad en el mercado eléctrico en 3,4 € por MWh (al desplazar en el sistema tecnologías más caras); generó electricidad para el consumo de diez M de familias; aportó al PIB 3.207 M€; dio empleo a 35.719 personas; y generó inversiones de 156 M€ en I+D+i.
Además, en 2010, España es el único país europeo de la OCDE que aumenta su demanda eléctrica a la vez que reduce su factura en combustibles fósiles gracias a las renovables.
Beneficios importantes, sí. ¿Y qué decir de los ahorros? Por cada euro que le cuesta al sistema, la eólica devuelve tres a la economía (el resultado de la suma de su aportación al PIB, más las importaciones y las emisiones de CO2 que evita).
Sin más desarrollo eólico, en 2020 España tendría que pagar 4.200 M€ más al año (un 47,7% más que ahora) para realizar las importaciones de combustibles fósiles necesarias, con el consiguiente aumento del precio de la electricidad.
¿Cuánto le cuesta todo esto al consumidor de a pie, a usted y a mí? Exactamente, 1,3 € al mes. Mientras tanto, la eólica le ahorra 160.000 € al año a cada consumidor industrial.
Espero que esté de acuerdo conmigo: la eólica es un buen negocio para España. El hecho de que corran tiempos de crisis no debería hacernos pensar sólo en el corto plazo, porque la eólica ha venido para quedarse y esos beneficios de los que hemos hablado irán en aumento. No puede ser de otra manera.
Fuente: Alimarket
Todo cierto. Anda que no corren rumores falsos fruto de la ignorancia y del poder de convicción de determinados medios de comunicación interesados…