Viernes 23 de septiembre del 2011
9:45 am
Por la tarde Lara caminaba por los pasillos vacíos de la escuela en busca del Sr. Gold muy nerviosa, ya que finalmente le daría su opinión acerca de su boceto para el concurso.
Si recibía la aprobación del Sr. Gold, significaba que valía la pena el intento realizar el envió hasta Nueva York.
Odia admitir que la opinión de ese hombre significa todo o nada, específicamente una dependencia que no buscaba,
—Señor Gold —dentro del salón Lara se encuentra con una persona completamente distinta—, ¿Dean?
Enseguida apunta su vista a la hoja que sostiene con firmeza entre sus manos. Casi deseando poder quemarlo en ese momento. Con una mirada fría puesta sobre ella,
— ¿Es así como me ves?, ¿acaso crees conocerme? ¡Tú no tienes idea de quién soy y de lo que soy capaz Lara!, ¡no tienes idea! — dice a gritos agitando su dibujo.
Y entonces hace algo que una persona solo haría por enojo. Arruga aquella hoja hasta convertirla en una auténtica bola de papel y la aplasta con un pisotón.
Lara abre la boca y la cierra un par de veces antes de poder decir algo, indignada y con suficientes motivos para ahora odiar a Dean Songle definitivamente.
— ¿La verdad?, ¡Sí! —Responde con los ojos vidriosos y con toda la determinación del mundo abofetea a Dean— ¡eso es lo que veo, idiota! —espeta y sale del salón dando zancadas.
Gruño contra el cielo y arrojo la bola al suelo con indiferencia. Seguramente ahora me odia más de lo que jamás me odio. Estaré bien. Siempre puedo superar el odio hacia mi persona.
Salgo y me encuentro con mi novia y mis dos mejores amigos en grandes charlas. Alice me ve y enseguida me da un beso en la mejilla fugazmente mientras que yo intento no sonrojarme por haberme tomado desprevenido. Puedo ver en los rostros de Mike y Derek cuanto desean burlarse descaradamente, pero gracias a Alice se lo guardan.
— ¿Y de que me perdí? —pregunte guardando el sobre en mi mochila.
—De nada realmente, solo del baile al que no iremos —comenta Mike con cierta nostalgia pero más que nada felicidad.
En ese preciso momento vi entrar a una chica rubia con tacones no muy altos que saludaba a Lara como grandes amigas. Note que Lara estaba tan sorprendida de verla como ella de encontrarla sollozando.
— ¿Por qué? —pregunte en realidad para que ninguno se diera cuenta de que no me centraba en ellos, entonces Alice me abrazo. O más bien estrecho con cierta fuerza. La suficiente como para impedir el buen paso del aire hacia mis pulmones.
—Polly tiene un recital —dijo Derek con orgullo.
—Yo me iré de la ciudad el fin de semana. El viaje estaba planeado incluso antes de que regresáramos—. Mike se rasco la nuca.
—Pero no te preocupes —soltó Derek de repente obstruyendo mi concentración sobre Lara y la misteriosa rubia.
Charla que apuras penas conseguí interpretar. Todo gracias a mí no tan desarrollada habilidad para leer los labios o sus movimientos mejor dicho. Es lo que tuve que hacer cuando descubrí que había perdido cierto nivel de audición de ambos oídos.
— ¿Me dices quien fue el tarado? —le pregunta la rubia con cierto enfado y autoridad como si se tratara de la hermana mayor pero sé que Lara es hija única, entonces asumo que podría ser una prima, dado el lejano parecido entre ambas.
—Lo siento —se disculpara Lara al tiempo que saca un pañuelo de su pantalón y se seca las lágrimas—, de veras. No quise mojar tu blusa nueva.
La rubia hace un ademan con la mano demostrando lo poco que le importa la blusa en ese momento y pregunta:
—No, no importa. Ahora dime ¿Qué fue lo que paso?
—No lo vale Shila, como tú misma dijiste es un tarado.
Retrocedo por un minuto y estoy al tanto de que no conozco a ninguna Shila. Cuyo nombre es bastante peculiar. Entonces me veo en la obligación de actuar disimuladamente cuando Lara ve hacia nuestro pequeño círculo.
— ¿Es él? —distingo a la rubia pronunciar; apuntando en dirección hacia Derek.
—Shila olvídalo, mejor dime ¿Qué haces aquí?
—Planeta Tierra llamando a Dean —dice Mike aleteando una mano frente a mí para llamar mi atención.
— ¿Si?
***
8:24 pm
Lara se abrochaba el último botón de la camisa.
—Me gustaría darle una paliza, eso quisiera —le decía al espejo ovalado enfrente suya.
Recogió su cabello con una cola y bajo las escaleras para dirigirse a la cocina donde su prima Shila le había dejado su cena. Ensalada de papas y un filete de pollo con pimienta, antes de irse a su propio baile de bienvenida con su novio Joel. Le había pedido que guardara el secreto a su madre.
En su interior solo podía pensar en que con algo de suerte Alice mantendría a Dean lejos de ella durante el servicio de comidas.
Una vez en la escuela medio servicio de banquetes se encontraba trabajando arduamente. Mientras que en el gimnasio la multitud enloquecía con la reciente presentación del dúo que ambas bandas invitadas cantarían: “The Exit is Here”.
Una oleada de aplausos surge de repente y las chicas de “Dinamics”: Milly, Pam y Jodie suben al escenario para mezclarse con los chicos de “The Runners”: Parker, Gibson, Trent y Allan. Entonces Trent el baterista da la señal de inicio con el compás de las baquetas y acto seguido la música comienza a sonar y las voces conforman una especie de ruido agradable para todos.
La noche fue transcurriendo poco a poco y la hora de la cena llego. El director McLuhan hizo el anuncio para que todos los estudiantes y maestros se dirigieran a las mesas ubicadas en la parte de atrás y de ese modo pudiesen acomodarse.
—Enseguida les serviremos la cena —dice el director y baja de la tarima reacomodando su corbata gris.
— ¡Ya oyeron!, ¡esa es nuestra señal muchachos! ¡Dense prisa! —apresuro el Sr. Gold, quien anteriormente se había ofrecido como voluntario para supervisar el servicio.
Lara había estado evitando al Sr. Gold, cualquier conversación seguramente levaría al tema que ella por ahora no deseaba afrontar. ¿Cómo iba explicar que el idiota de Dean había hecho añicos su trabajo?
Adiós Nueva York.
Esas fueron las primeras palabras que ocuparon su mente al entrar al salón.
—Lara —el Sr. Gold coloco una mano sobre su hombro—, necesitamos hablar.
—Ahora no —, dijo y romo un par de bandejas de plata— los estudiantes aguardan —anuncio atravesando las puertas de la cocina.
—No creí que vinieran tantos —murmuro Maddi Weaven apartando su rizada cabellera de su rostro. Llevaba un vestido con tirantes de Jack Wills color azul con una diadema negra en la cabeza y un collar, posiblemente insignificante, adornando su cuello—. Es una lástima que Derek no asistiera —suspira desalentadoramente.
— ¿Gustas? —Lara extiende la bandeja ofreciendo a Maddi un bocadillo.
—Oh, seguro. Gracias Larisha… quise decir Lara. Perdona —Maddi se ruboriza.
—No importa —se encoge de hombros y camina entre la multitud ofreciendo aleatoriamente pastelillos. A quien desee comer uno, siempre evitando un posible encuentro con Susan, Alice o Dean.
Lo que la hace preguntarse porque Maddi estaba sola.
***
11:15 pm
— ¿Qué tal tu baile?
—Ah ya sabes, alguien trato de matar a Susan.
Shila abre los ojos de par en par e intenta no ahogarse con la albóndiga que recién ha introducido en su boca.
— ¿Cómo?, ¿hablas enserio?
—Sucedió todo tan rápido —musita ella recordando para su prima—. En realidad nadie sabe cómo o porque, las luces tan solo se apagaron y se encendieron de la misma forma. Lo primero que se escuchó fueron los gritos de Maddi en el pasillo y bueno todos acudimos a la escena donde Susan se encontraba inconsciente a medio corredor. Creímos que estaba muerta —añade bebiendo un sorbo de coca cola muy acalorada. Después de lo sucedido no quería pasar un minuto más ahí—. Pero luego la Sra. Arely se aseguró de lo contrario y dijo que aún respiraba. Unos minutos después la ambulancia llego y el baile obviamente llego a su fin.
— ¡Dios mío! ¿Saben quién lo hizo?
Lara negó.
Shila se dejó caer sobre el respaldo de la silla muy conmocionada alisando sus mechones rubios.
—Me aterra pensar que alguien llegue a hacerte daño también —dice Shila preocupada.
—Bueno si llegara a sucederme algo prométeme que me vengaras.
— ¡Lara! —ésta le propina un pequeño golpe en el brazo a Lara reprendiéndola luego suspira y ambas ríen—. Bien, lo prometo.
—Ahora yo quiero oír sobre el tuyo —exige. Después de todo, la vida de Shila siempre resulta más interesante.
De pronto a su prima se le desvanece la alegría.
—Oh, bueno… Joel y yo discutimos así que nada emocionante sucedió —suelta desanimada—. Fue eso de la universidad de nuevo, el insiste en lo inútil que es estudiar —explica y con ojos suplicantes le pregunta—: ¿puedo quedarme a dormir esta noche? Aun no estoy lista para volver a casa.
—Claro, pero recuerda que mamá no debe saberlo.
Continuara