Revista Infancia

¿Por qué es tan importante dormir la siesta durante la infancia?

Por Mamapsicologain @mamapsicologain

Durante los primeros años de vida, como mínimo hasta los cinco años, es más que recomendable y fundamental que nuestros hijos duerman la siesta o como mínimo descansen un rato después de comer

papá besando a su bebé dormido

¿Por qué es tan importante dormir la siesta durante la infancia?

Dormir la siesta influye directamente en el desarrollo de nuestros hijos de un modo muy positivo, ya que les ayuda a estar más tranquilos, menos irritables, más atentos y sosegados, ... La diferencia entre una tarde de mal humor y una tarde más pacífica está, muchas veces, en haber dormido una siesta o no.

Para los bebés es fundamental dormir la siesta y es tan importante como el sueño nocturno. No pensemos que si dejan de dormir la siesta dormirán mejor toda la noche. Este es un error que cometemos muchos padres y que deberíamos evitar.


Algunos padres se quejan que su hijo no hace siesta o no puede hacer siesta porque no quiere o porque si duerme durante el día después por la noche no hay quien lo acueste. Este es un tema muy recurrente y la verdad es que como exponía anteriormente, es un error eliminar la siesta para que de noche duerman mejor.

Si establecemos una rutina adecuada, descansar durante el día no tiene por qué interferir en las horas de sueño nocturnas. Está demostrado que dormir durante la tarde tranquiliza el estado de ánimo de los pequeños y facilita la conciliación del sueño por la noche. El cansancio extremo puede ser contraproducente y sobreexcitar tanto a los niños que conciliar el sueño por la noche puede resultar difícil.

Como siempre, llevar una rutina diaria es importante por lo que procuraremos acostar a nuestros hijos siempre a la misma hora (más o menos) y mejor antes de las cuatro de la tarde. A ser posible entre las dos y las tres. Se recomienda también que haya un poco de luz diurna y no dejar la casa en absoluto silencio, así se acostumbran también a diferenciar entre el día y la noche.

Para que un niño duerma la siesta, hay que seguir una rutina tanto al acostarse por las noches como al dormir la siesta durante el día. Cuando detectemos las típicas señales de sueño (estar inquieto o frotarse los ojos), hay que acostarle, aunque se queje, para que sea consciente de que es el momento de dormir. Generar un ambiente agradable (música suave, cuentos o canciones) puede ayudar.


A medida que nuestros hijos van creciendo, el tiempo de siesta se va acortando, así por ejemplo un niño que con dos años podía dormir dos horas a los 4 quizás con una hora tenga suficiente y con cinco ya no le sea necesaria o con estar tumbado descansando en el sofá un rato tendrá suficiente.

Lógicamente, la siesta no debe convertirse en una lucha diaria, es decir si el niño no desea dormir tampoco lo forzaremos a ello. Hay épocas en las que los niños están tan interesados en aprender, explorar y conocer el mundo, que no quieren perder ni un segundo en dormir. 



No querer dormir la siesta es algo habitual a medida que crecen, por lo que tampoco les forzaremos a dormir, pero podemos intentar realizar actividades más relajadas como mirar cuentos, leer,...

Beneficios de la siesta

Los niños que hacen siesta están:
  • más tranquilos;
  • menos irritables;
  • más sociables;
  • más atentos.
Además la siesta contribuye a:
  • asimilar mejor los aprendizajes realizados durante la mañana;
  • reducir la hiperactividad;
  • la ansiedad y la depresión infantil;
  • eliminar la tensión y el cansancio acumulado durante la mañana;
  • afrontar mejor las actividades de la tarde;
  • almacenar información en la memoria a corto plazo;

No dormir la siesta en la infancia está asociado a una conducta más impulsiva, a una disminución en la capacidad e interés por el aprendizaje, así como a una mayor prevalencia de terrores nocturnos.

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