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¿Por qué escribo?

Publicado el 16 febrero 2014 por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
¿Por qué escribo?
"La Primores" nos enseñó al menos una cosa buena en su asignatura de manualidades en magisterio: encuadernar libros a lomo pegado. De sus clases, esto resultó lo único que me ha servido para algo. Fue al ver las hojas desnudas perfectamente colocadas en bloque, emparedadas entre las tapas duras bien forradas que me animé a escribir sobre ellas y llenarlas de experimentos literarios. Vieron así la luz mis primeros escritos: borradores de poemas, críticas de libros y películas, pequeños relatos de ciencia ficción, algunos cuentos...
La idea fue interesante: después de tantos años los conservo y aún me sirven de inspiración. De vez en cuando repaso los viejos escritos y descubro pequeñas joyas (al menos, a mí me lo parecen) que, por lo virtuosas, me cuesta reconocer como propias. Siempre me gustó leer, y aún más escribir, aunque esto último se convierte a veces en un parto doloroso al que siempre compensa el dar a luz un nuevo ser original y diferente: tu propia creación, tu aportación al mundo.
Escribir exige una paciente introspección. Hay que detener el reloj del tiempo para poder rescatar horas pasadas y acercar tiempos futuros; incluso hay que poner el reloj boca abajo para observar el tiempo presente desde otra perspectiva. En ocasiones nos invade un vacío paralizante. Durante unos instantes nada parece tener sentido, todo se convierte en estupidez. A veces no logramos sobreponernos y destruimos con desesperación ese fruto literario de gestación amarga. En otras fluyen las palabras rápidas como el pensamiento, justas y precisas,  sin esfuerzo alguno; entonces aprovechamos la fiebre creadora y concebimos hijos hermosos y deseados. Y respiramos aliviados después de un parto febril que llegó a buen término. Pero siempre la inspiración hay que buscarla. Hay que tomar pluma y papel y llamar a su espíritu dejando que el viento del pensamiento nos susurre de su parte algún mensaje insospechado.
Escribir es un regalo que nos hacemos y compartimos. Aquellos lectores que nos lean serán nuestros  confidentes, Tendremos relaciones de fraternidad. Escribir nos obliga a ordenar nuestras ideas, a explicarlas adecuadamente, a contestar nuestras dudas si es posible, a contrastar una y  otra vez nuestras razones enfrentándolas a nuevas lecturas y opiniones.  Como premio obtenemos la inmortalidad de nuestro pensamiento. Podremos invocarle cuantas veces queramos con la lectura, llegando incluso a no reconocerlo con el paso de los años.
Ahora escribo mucho. Escribo y escribo. A veces me preocupo: hoy encontré en uno de los viejos libros de la Primores una inmortal reflexión escrita cuarenta años atrás:
"Soy un pájaro que utilizó sus plumas para escribir hasta que se dio cuenta de que sus alas habían quedado inutilizadas para volar"

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