Las personas seguimos unos ciclos de sueño y vigilia. Estos ciclos se denominan ritmos circadianos (circa significa “alrededor de” y dies “día”, por tanto el ciclo tiene alrededor de 24 horas). Estos ritmos están controlados por los cambios de iluminación y por mecanismos internos llamados “relojes internos”.
La duración del ciclo circadiano en las personas es de 25 horas. Comenzamos nuestro periodo de inactividad unas horas después de que comience la etapa de oscuridad del ciclo día-noche, mientras que nuestro periodo de actividad comienza unas horas después de que comience la etapa de luz del ciclo día-noche.
El reloj interno que controla nuestros ritmos circadianos se sincroniza cada mañana con la luz del día que recibimos a través de la retina. Por este motivo nos despertamos antes si dormimos con la ventana abierta dejando entrar la luz de la mañana, mientras que si no dejamos entrar la luz nos cuesta más levantarnos porque nuestro reloj interno no puede sincronizarse.
La retina contiene células ganglionares que contienen melanopsina, un fotopigmento sensible a la luz. En condiciones de poca iluminación las células ganglionares de la retina producen melanopsina y la envían al área preopticoventrolateral que es la zona del cerebro encargada de inhibir la actividad para mantenernos dormidos. En condiciones de iluminación disminuye la producción de melanopsina por lo que se inhibe la actividad del área preopticoventrolateral y esto permite que se activen las neuronas orexinérgicas del hipotálamo lateral segregando orexina. La orexina es el neurotransmisor encargado de activar nuestro sistema de vigilia además de otras funciones como el buen humor.
La luz solar además de reducir la producción de melanopsina incrementa la producción de serotonina, neurotransmisor que interviene en la activación de la conducta y el estado de ánimo.
Los días de lluvia al disminuir la cantidad de luz se continúa produciendo una cierta cantidad de melanopsina por lo que no se inhibe el área preopticoventrolateral lo que hace que nos sintamos somnolientos. Además no se activa la orxina por lo que nos resulta más difícil despertarnos. Además se produce menos serotonina lo que hace que estemos menos activos y nuestro estado de ánimo sea más triste.
Además de los ritmos circadianos también existen ritmos estacionales controlados por la glándula pineal y la hormona que segrega, melatonina. Esta hormona se segrega por la noche por lo que al prolongarse la noche, en invierno, se segrega una mayor cantidad de melatonina que nos indica que estamos en la fase de invierno de nuestro ciclo y además interfiere en la actividad normal de los ritmos circadianos.
Días de lluvia
Conclusión:
Los días soleados aumenta la serotonina y disminuye de la melanopsina. Esto nos ayuda a estar más felices, vitales y energéticos. Los días de lluvia, por el contrario, nos sentimos más somnolientos y faltos de energía.