No es un secreto que me encanta el snail mail (correo postal) y los artículos de papelería bonita. Por eso uno de los momentos más esperados del año para mí es cuando tengo que ponerme a escribir y preparar las tarjetas navideñas. Creo que es una tradición que no debería perderse y me parece una forma preciosa de decirle a la gente que aprecias que te acuerdas de ella. Antes compraba las tarjetas de Navidad, pero ahora incluso las hago de principio a fin. Menos este año. Porque este año no enviaré ninguna.
Desde que leí Essentialism hace unas semanas me he empezado a replantear un montón de cosas en las que antes no pensaba. Cada mañana cuando me levanto me hago la misma pregunta: ¿qué puedo hacer hoy para ser mejor? ¿Qué actividad me acerca más a mi objetivo en la vida? Esta cuestión me la planteo cada vez que tengo que tomar una decisión, cuando tengo que escoger qué es lo prioritario en la jornada, etc.
Y hacerme esta pregunta fue lo que me llevó a decidir que este año no mandaría ni una tarjeta de Navidad. El año pasado envié más de 20 tarjetas, todas hechas a mano. Hice fotos, las imprimí, las monté sobre el soporte, escribí el mensaje, fui a Correos a enviarlas… Sin embargo, sólo cuatro o cinco personas se molestaron en decirme que la habían recibido. Todo el esfuerzo y la ilusión que yo puse en ellas no llegaron tan lejos como pensaba. No me malinterpretéis, no estoy quejándome. Lo que quiero decir es que esa acción no tuvo un gran impacto positivo en las vidas de los demás. Por lo tanto, es un esfuerzo malgastado.
Por eso este año he decidido hacer algo que de verdad sea positivo para los demás y he donado el dinero que invierto en las postales de Navidad a una asociación canina. Creo que es lo mejor que puedo hacer con él. Allí lo emplearán en ayudar a unos cuantos perretes que necesitan operaciones y tratamiento médico. Mi idea inicial era donar el dinero a una persona sin techo, pero al final me he decidí por esta opción porque creo que servirá para mucho más.
No estoy diciendo que vosotras tengáis que hacer lo mismo, es una decisión muy personal. Pero estoy segura de que podéis ayudar a alguien que lo necesite de verdad, de una forma u otra. Seguro que podéis donar 5€ a una asociación de cualquier tipo, o podéis pagar un plato de comida caliente a una persona que viva en la calle. Como veis, el esfuerzo es relativamente pequeño para el bien que se consigue. De verdad que podéis marcar una diferencia en la vida de alguien estas Navidades.
A todos los que he dejado sin tarjeta este año, que sepáis que sigo acordándome de vosotros, y que en parte también sois partícipes de toda la alegría que mi donación haya podido producir :)
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