Acompañaba a mis padres todos los sábados (son adictos a las compras, cuando digo todos, es que eran todos) y siempre caía algo, pero además, tenía dinero para gastar, porque trabajaba ocasionalmente y tenía pocos gastos, ya que vivía con ellos.
Y es que yo creo que para ir a la última hay que cumplir dos requisitos: tener dinero para invertir e ir mucho de tiendas.
Cuando empecé a salir con mi marido, fui empleando mi dinero en otras cosas: cenar, cine, alguna escapadita, etc. Cuando empezamos a vivir juntos, siempre había algo más interesante en lo que gastar el dinero. Al poco tiempo, ahorrar para la boda y, muy especialmente, para la luna de miel. Y, a la vuelta, habíamos gastado mucha pasta en Nueva York y, por otro lado, dado que íbamos a intentar tener un niño, ¿qué sentido tenía comprarme una ropa que no me iba a poner?. Lo que no sabía yo es que iba a pasar todo 2008 sin embarazarme. Así que pasó el año, no me compré ropa con la excusa de estar buscando el niño y llegó enero de 2009, cuando por fin germinó la semillita. Obviamente, durante 2009 si compré algo de ropa fue ropa premamá y más bien poca.
En mi caso, no es sólo un problema de tiempo y ganas, es también un problema económico. Todo lo que tengo es para mi hijo, disfruto mucho más comprando cositas para él que para mi. Y considerando que en marzo comienzan mis 7 meses de excedencia, tengo poco presupuesto y, en cambio, mucho armario por renovar....¡Qué pereza!.
Por no mencionar que mis rutas habituales son el centro comercial, la galería de alimentación y el parque (dada la climatología de este invierno madrileño, en ese orden). Dicho de otro modo: paso el 60% de mi tiempo en chandal o pijama y el otro 40% con vaqueros y lo primero que pillo. ¡Todos los argumentos parecen estar en contra de que renueve vestuario!.
¿Qué hay dentro de mi armario?. Lo reconozco: toneladas de ropa. Eso sí, ropa que ya no me gusta: vieja, pasada de moda, dada de sí, encojida...O, lo que es peor, ¡ropa que no me cierra!.
Así que abro el armario y pienso: "normal que esté peleada contigo, ¡mira en lo que has quedado!".