Revista Opinión
El M15M pudo ser en España lo que las recientes revueltas populares en los países del norte de Africa, pero le ha faltado cuajo, quizá porque la situación aquí no era, no es, tan desesperada pero, con el tiempo, puede llegar a serlo.
Llevo algún tiempo insistiendo en que vamos directamente a un auténtico suicidio colectivo.Quien piense que la ultraderecha cesará en sus ataques no sólo al Estado del bienestar, que ya apenas existe, sino a los mínimos presupuestos básicos para la supervivencia de los trabajadores se equivoca de pleno.Un ultraliberal capitalista neocons es un enfermo mental. En él, la avaricia se ha desbocado de una manera parecida al apetito sexual en Strauss-Kahn. Para un neocons, la vida está vacía si no tiene a su dinero produciendo al mil por cien y esto sólo se consigue explotando al máximo a la gente, no sólo cuando produce sino también cuando consume. Son como los 2 brazos de una prensa que nos seguirá aplastando hasta que ya no quede nada por exprimir.Ayer, vino a verme mi hermano, es inválido por accidente de trabajo y cobra 700 euros mensuales de pensión, tiene 77 años y malvive de la peor de las maneras. Está aterrorizado porque, a pesar de no tener casi instrucción, es muy inteligente. Teme que, con la próxima y parece que inevitable victoria del PP en las próximas elecciones generales, ni siquiera esa miserable pensión se la respeten ya que esta gente es capaz de todo porque no se trata de personas normales sino, como ye hemos dicho, de auténticos enfermos.Si fueran personas sanas, se tentarían la ropa antes de tocar situaciones que ya son realmente insostenibles como ésta de que un anciano de 77 años, mutilado, que no puede valerse por sí mismo, sufra todavía más una disminución de su capacidad económica pero es que lo están haciendo, ya lo han hecho, aquí, precisamente, en esta Comunidad autónoma, en la que su presidente es reelegido con el mayor porcentaje de votos favorables de todo el mundo mundial, a mi hermano le acaban de retirar una serie de ayudas que le habían concedido por la Ley de Dependencia.Llegados a este punto en nuestra conversación, yo le pregunté a qué achacaba él, el éxito electoral de unos individuos, los del PP, que están acorralando a la gente desde el punto de vista no ya político, sino social, económico. Ya digo que su instrucción es muy escasa, casi se trata de un analfabeto, pero creo que su respuesta está en lo cierto:Tanto Valcárcel, presidente de Murcia, como Camps, que lo es de Valencia han convencido a la inmensa mayoría de valencianos y murcianos, que son agricultores de toda la vida, hijos y nietos de agricultores, para los que el riego de su pequeños huertos es toda la vida, de que si les llega el agua del Trasvase Tajo-Segura, es porque ellos, Valcárcel y Camps, se dejan la vida para mantenerlo. Todo el mundo, menos valencianos y murcianos, sabe que eso no sólo no es así, sino que quizá es todo lo contrario, pero han conseguido que la percepción que sus gobernados tienen del asunto sea ésta, por lo que los electores de Murcia y Valencia les seguirán votando siempre, aunque se lleven en volandas las cajas de todas las instituciones públicas de esta desgraciada tierra, que acumula el mayor paro, la mayor corrupción y la mayor desvergüenza de España.Y, dentro de muy poco, todo el país será y estará así, una inmensa multitud de gente embaucada por unos cantos de sirena que sólo oyen los que los quieren oír y que son no sólo falsos sino radicalmente imposibles de conseguir precisamente porque esta gente del PP participan todos ellos de esa enfermedad mental de la que antes hablábamos: de una avaricia enfermiza e incurable que les impulsa a atesorar más dinero cuanto más dinero tienen.Y lo peor es que faltan voces como las nuestras que tratan desesperadamente de desenmascarar a estos farsantes y sobran, en cambio, las de esos voceros del capital más puro y duro del mundo, la de todos esos gigantescos empresarios de la comunicación, como Murdoch, el patrón de Aznar, que se dedican con todas sus fuerzas a engañar a la gente, para que sigan atando la cuerda de la horca a sus propios cuellos en una actitud absolutamente incomprensible.