Al mismo tiempo, y de la misma forma, conocemos a veces a personas por las que automáticamente sentimos un repelús fuera de control. No sabemos porqué ni de qué manera, pero sentimos un asco profundo y unas ganas de huir de donde estamos fuera de lo normal. Hay personas con las que no podemos conectar de ninguna forma, y lo sabemos desde el mismo momento en que las conocemos. Solo nos basta una mirada suya o un gesto con su cuerpo para saberlo. Nos sentimos mal porque no conocemos a esa persona, y nos decimos que a lo mejor estamos prejuzgando sin saber como es, pero no podemos evitarlo; la odiamos. Tratamos de huir de esa persona, le damos esquinazo, no podemos evitar contestarle mal, o simplemente tratamos de ignorar su existencia como el que lleva una camiseta sin mangas teniendo los brazos flácidos y quiere olvidarse de que la camiseta sin mangas y el brazo flácido nunca han sido una buena combinación. Generalmente no solemos equivocarnos cuando nos pasa esto, o sea, cuando sentimos ese rechazo instantáneo hacia alguien. Es como si nuestro ADN de monos evolucionados creado para ahuyentar a nuestros depredadores naturales supiera de quien debemos alejarnos desde el primer momento, como si tuviéramos algo dentro de nosotros que está preparado para hacer sonar una alarma de gente hija de perr... cuando ésta se cruza en nuestro camino, como si funcionara entonces nuestra intuición, como piensan algunos. Es un proceso igual de misterioso y fascinante que el que permite que nos conectemos a alguien nada más conocerle, y me figuro que beberá de las mismas aguas.
El proceso por el que alguien nos repele o nos fascina, ( o incluso nos enamora a veces), es algo mágico para mi. Los científicos llevan siglos devanándose los sesos para desentrañarlo, pero creo que aún no han conseguido hacerlo, a pesar de las muchas horas que le dedican quitándoselas a algunos proyectos que suelen tener habitualmente, como esos en los que tratan de averiguar como crear personas con tres cabezas y ocho brazos, o esos en los que tratan de crear un arma biológica super destructiva para vendérsela a algún ejército de algún país fanático y bélico que desee hacerse con el mundo. No sé si alguna vez podremos saber cómo funciona ese proceso, el de repeler y fascinar, pero mientras tanto yo seguiré flipando con él como con muchas otras cosas...
jajajajjajaja, pensaba que era el único que disfrutaba con los castings de Operación Triunfo... Gracias a los dos por existir...