No ha pasado ni siquiera un siglo. Por tanto, es normal que sirva a la sociedad como elemento moralizador (con su contexto incluido, claro).Difícilmente encontrarás a alguien por la calle comentando algo como "Joe, qué grande Hitler, ¿no?". "Vaya crack, menudo conquistador". "Pues es uno de mis ídolos, uno de mis personajes históricos favoritos".
Ahora bien, ¿por qué no escucharás (esperamos) eso por la calle? Porque era un hijo de puta. Simple y llanamente. Esas palabras ("Porque era un hijo de puta") encierran toda una reflexión que los historiadores y la sociedad ya han hecho, y que se comunica a sus integrantes, transmitiendo un mensaje necesario para el crecimiento positivo de una comunidad.Sin embargo, ¿es Hitler el único hijo de puta de la historia?La pregunta es legítima, no solo porque el austríaco parece encerrar en su piel el mal de esta tierra, sino porque personajes de su "altura" sí merecen elogios que, mirados con lupa, nos inquietan.¿Por qué otros personajes tienen permitido un velo grueso que nuestra moralidad no puede atravesar? ¿Por qué un personaje del siglo XX es escrutado moralmente con una intensidad que se difumina conforme nuestra mirada se aleja y atisba siglos lejanos?¿Es solo por el paso del tiempo? ¿Justifica la distancia histórica que perdonemos los pecados de algunos personajes y nos quedemos con sus grandes hazañas? Este es el momento en que algunos (incluidos nosotros) esgrimen el argumento del progreso moral, de los cambios históricos, con un "bueno, no podemos aplicar la moral actual a un romano del siglo I". Y es verdad. No podemos. Sin embargo, parece que sí podemos aplicarla a Hitler.[Ojo, vamos a dejarlo claro: Hitler era un sanguinario hijo de puta. Por si alguien piensa que justificamos algo.]También podemos encontrarnos con el argumento que alude a las atrocidades nazis, que es absolutamente legítimo y necesario. Sin embargo, tomemos a dos personajes: el emperador romano Adriano y el emperador francés Napoleón Bonaparte.
—Adriano fue emperador del Imperio romano entre 117 y 138 d. C. Es el tercero de los "cinco emperadores buenos", influenciado por el estoicismo y epicureísmo, y un gran conquistador bajo cuya bota el Imperio alcanzó su mayor extensión.
Edward Gibbon dijo que bajo esos cinco emperadores "buenos" se vivió "la época más feliz de la historia de la humanidad", pero eso es que no preguntó en Jerusalén. Entre el 132 y 136 se produjo la llamada Rebelión de Bar Kojba, que le costó a Adriano movilizar a seis legiones completas y varias unidades de 6 legiones más. Pues bien, cuando reprimieron el asunto, los soldados romanos se dedicaron a matar y destrozar de manera sistemática. Según Dión Casio murieron 580.000 judíos y fueron destruidas 50 fortificaciones y 985 pueblos. Como buena fuente, es muy probable que exagerase, pero es significativo, desde luego.Adriano prohibió la Torá, el calendario judío, ejecutó a rabinos y eruditos, esclavizó...Pero, eso sí, es un gran y glorioso conquistador, un "emperador bueno" que llevó a Roma a lo más grande. Coño, hasta era medio filósofo de esos.—Napoleón Bonaparte, emperador francés entre 1804-1814 y en 1815, aunque antes ya mandaba romana. Pese a que los ingleses no le tienen mucho aprecio, Bonaparte es señalado como uno de los mejores militares de la historia, y su gloria en tal empresa es señalada y admirada. En Francia, su tumba en Los Inválidos es poco menos que lugar sacro.F. Goya. Los desastres de la guerra, n.º 3: Lo mismo.
Sin embargo, David Gates estima 5.000.000 de muertos entre civiles y militares durante las Guerras Napoléonicas. Charles Esdaile estima entre 5-7.000.000. Estas bajas se localizan por millones en Europa, pero alcanza también a territorios americanos, africanos, asiáticos... Es decir, allí donde las potencias europeas poseían colonias.Thomas Jefferson diría de él que era "[un] miserable que (...) provocó más dolor y sufrimiento en el mundo que cualquier otro ser que hubiera vivido anteriormente. Después de destruir las libertades de su patria, ha agotado todos sus recursos, físicos y morales, para regodearse en su maniática ambición, su espíritu tiránico y arrollador (...) ¿Qué sufrimientos pueden expiar (...) las desdichas que ya ha afligido a su propia generación, y a las venideras, a las cuales ya ha agobiado con las cadenas del despotismo? (...) El Atila de nuestro tiempo (...) ha causado la muerte de cinco o diez millones de seres humanos, la devastación de otros países, la despoblación del mío, el agotamiento de todos sus recursos, la destrucción de sus libertades (...) Ha hecho todo esto para hacer más ilustres las atrocidades perpetradas, para engalanarse a sí mismo y a su familia con diademas y cetros robados."Pero, eh, menudas hostias dio por Europa. Y cuidadito con toserle. El franchute este sí que molaba.Ahora estaréis pensando: ¿a dónde queréis ir a parar? ¿Que tiene que ver con Hitler? Estos dos señores mataron gente, vale, pero son figuras admirables por sus habilidades, militares brillantes que deslumbraron al mundo con su imparable avance.
Bueno, Hitler también deslumbró al mundo: pasó de mendigo a jefe de Estado, sedujo a millones de alemanes, impulsó la economía alemana, redujo drásticamente el paro, se convirtió en un gran conquistador...¿Todas esas cosas tienen matices que convierten unos elementos a priori positivos en algo muy distinto? Claro, como los que habría que señalar para los casos de Bonaparte y Adriano, pero los hechos son los que son. Entonces, si no nos parece bien presentar a Hitler como un ejemplo de éxito personal, como un gran comunicador, impulsor de mejoras económicas y un glorioso conquistador, ¿por qué nos dejamos llevar por el romanticismo cuando hablamos de personajes más antiguos? ¿Es válido siempre el argumento de "no podemos aplicar la misma moral"? ¿Entonces es legítimo ensalzar a asesinos despiadados, militares retorcidos, si vivieron hace 400 años? ¿Por qué no aplicar la misma terminología, mostrando la realidad con la crudeza que la caracteriza, sin edulcorar mediante el elogio exaltado? No llamamos al rechazo de la historia y sus personajes, ni mucho menos, pero sí queremos señalar la hipocresía: ¿valen menos las vidas de los germanos del siglo IV d. C. o los hispanos del II a. C. que la de los polacos o los rusos de los años 40?Esta entrada pretende lo mismo que muchas de nuestras entradas: abrir una puerta. No creemos estar en posesión de la verdad, pero nos encanta encontrar puntos de vista distintos, observar la historia desde todas las ópticas, así que por favor, ahorraos los comentarios tipo "sois unos Flanders" o "es que ya no podemos hacer chistes sobre dacios muertos", y tampoco nos digáis que no se puede comparar a Hitler con Napoleón, por favor. Cicerón os lo agradecerá.
Nota final: esta entrada fue escrita en diciembre de 2016, y en enero pudimos leer una entrevista a Michel Serres, filósofo francés: "Al pilón, pues, con los grandes carniceros de la Historia –héroes para muchos- y bienvenida la era de los científicos y de los médicos que salvan vidas: Pasteur, Fleming, Albert Schweitzer. Michel Serres propone fundir las estatuas de Luis XIV, de Napoleón, de Julio César, de Aquiles, del mariscal Foch… y hacer cacerolas con ellas. Sacar a los grandes héroes de Francia del Panteón de Hombres Ilustres y ponerlos ante un tribunal de crímenes contra la humanidad".