El investigador Jaak Panksepp, de la Universidad Estatal de Washington, lleva años indagando sobre el juego y el papel que tiene en el desarrollo del cerebro. Jugar es una actividad que se observa en los mamíferos y que los científicos han asociado erróneamente durante años con el desarrollo de habilidades como la caza o la lucha con otros congéneres. Como los animales juegan con frecuencia a luchar sin hacerse daño, se deducía que esto era una forma de consolidar determinadosmovimientos que después servirían para su supervivencia. Pero esta teoría se vino abajo cuando se comprobó que los gatos a los que se privaba de jugar durante su crecimiento eran igual de capaces de cazar ratones.
A pesar de todo, los neurocientíficos consideran que el juego es fundamental para el desarrollo del cerebro y para establecer las conexiones necesarias para la vida de adulto, hasta el punto, explican en NPR, de que algunos especialistas creen que las horas que se pasan jugando son más importantes que las horas que se pasan en clase o delante de un libro. Pero, ¿por qué jugamos y cómo nos afecta?
Como experimentar con el cerebro de los niños es complicado, Panksepp se especializó en trabajar con ratas de laboratorio y descubrió que no solo les encanta jugar, sino que emiten una especie de divertida carcajada cuando les hacen cosquillas. En su afán por localizar qué áreas del encéfalo tienen que ver con esta actividad, el científico obtuvo ratas capaces de sobrevivir sin una parte importante del cerebro, la corteza cerebral, y se dio cuenta de que seguían jugando. El juego, dedujo, tendría que ver con una zona más profunda del cerebro y evolutivamente más ‘antigua’ (compartida con otras muchas especies animales).
Si jugar no tuviera alguna actividad, se plantean en una divertida animación de NPR, las ratas más juguetonas habrían tenido escaso éxito reproductivo y habrían sido pasto de los depredadores. ¿Por qué siguen jugando los mamíferos? Lo que ha visto Panksepp es que “cuando las ratas son jóvenes el juego parece iniciar cambios duraderos en zonas del cerebro utilizadas para pensar o procesar las interacciones sociales“. Lo que han visto, según NPR, es que esos cambios activan la neocorteza al completo y que, de los 1.200 genes implicados que han observado, alrededor de un tercio cambiaban de forma significativa con solo media hora de juego al día.
La teoría de Panksepp es, pues, que jugar provoca cambios sustanciales en el desarrollo del cerebro, pero que el juego no sirve para desarrollar habilidades físicas sino habilidades sociales y la capacidad de interaccionar del individuo. “El juego es lo que prepara un cerebro joven para la vida, el amor e incluso las tareas del colegio”, asegura Sergio Pellis, investigador de la Universidad de Lethbridge en Alberta (Canadá). “Aunque para dos críos supone una pequeña pelea decidir hacer un castillo de arena”, añade, “los niños tienen que negociar y plantearse, bueno, ¿cómo vamos a jugar? ¿Qué reglas vamos a seguir? Y de esta forma el cerebro construye nuevos circuitos en la corteza prefrontal y aprende a navegar en estas complejas interacciones sociales“.
Por supuesto, lo que Panksepp observa en el cerebro de las ratas de laboratorio no prueba que ocurra lo mismo en el cerebro de un niño, pero Pellis cree que en casi todas las especies el juego tiene un papel similar. Tanto en ratas como en monos como en humanos, el juego requiere la participación de varios individuos por turno y una especie de compromiso tácito de no hacerse daño. Jugar, en algunos casos, podría ser un factor determinante para el éxito social, como han apuntado algunos estudios, pero si este argumento no te ha convencido quizá lo haga el experimento que pone Panksepp como ejemplo: cuando colocan a dos ratas macho junto a una hembra, el individuo que ha pasado más horas jugando y tiene una mayor habilidad se impone sistemáticamente al ‘no juguetón’ y se convierte en una especie de George Clooney de las ratas. Aunque solo sea por eso, ¿no dan ganas de jugar?
Referencia: Scientists Say Child’s Play Helps Build A Better Brain (NPR)