Vagamente recuerdo la 'saga' de los modelos atómicos y cómo uno, digamos el de Rutherford explicaba algunas cosas y era un gran avance hasta que un tiempo después se demostraba inexacto y otro, digamos el de Bohr, era capaz de dar una explicación más amplia y exacta del comportamiento de los átomos.
Y esta es una forma normal de actuar de las ciencias: proponen un modelo y normalmente mediante experimentación comprueban su validez. Una vez comprobada dicha validez, el modelo puede utilizarse también a efectos predictivos, para sacar consecuencias y aplicaciones prácticas.
Pero ¿por qué se necesitan esos modelos? ¿Por qué no olvidarnos de las abstracciones e intentar explicar directamente la realidad?
La explicación es muy simple, casi tonta, y la encuentro, por ejemplo, en el libro 'The perfect swarm' de Len Fisher. Un libro enfocado a aplicar la teoría de la complejidad a la explicación de aspectos normales de nuestra vida diaria.
Ahí, el autor nos dice:
One practical reason is that human mind simply cannot encompass all the variations and variability inherent in complex adaptive systems. This is why science has progressed almost exclusively in the past by making severe simplifications that allow us to abstract the essentials of a problem.
Así de simple. Así de triste.
Necesitamos los modelos por las limitaciones de nuestra propia inteligencia y entendimiento. Ni más, ni menos.
¿Triste?
Bueno, tal vez, pero lo cierto es que en esta invención y uso de modelos, el espíritu humano muestra signos de fortaleza indómita. No nos conformamos con nuestras capacidades. Necesitamos conocer, entender y avanzar y luchamos por ello. Si los modelos nos lo permiten, bienvenidos sean. Luchemos por el conocimiento a través de modelos y abstracciones.