Catherine Rampell es la editora de economía de The New York Times y la semana pasada escribió este articulo Why so many rich people don't feel very rich?, ¿Por qué muchos ricos se sienten pobres? a propósito de una investigación sobre la distribución del ingreso en Estados Unidos. La investigación es lapidaria para el actual modelo económico demostrando que el 90-95 por ciento de la población recibe un ingreso bastante plano (ver gráfica) y que la diferencia entre el percentil 40 y el percentil 60 es bastante pequeña. Sin embargo, el 5 por ciento más rico de la población (percentil 95) goza de una diferencia brutal que se aprecia en la linea vertical de la gráfica. Esto demuestra lo que he expresado en otros artículos cuando he señalado que el modelo neoliberal privilegia al 1 por ciento más rico y castiga duramente al 99 por ciento restante de la población. La gráfica deja en evidencia que el 1 por ciento más rico se queda con el 80 por ciento de la torta de ingresos, y deja el restante 20 por ciento de la torta al 99 por ciento de la población.
El siguiente es el artículo que escribió Paul Krugman en respuesta al notable aporte de Catherine Rampell: Why does inequality make the rich feel poorer:
Paul Krugman
Catherine Rampell ha escrito un articulo muy bueno sobre por qué los objetivamente ricos se sienten subjetivamente pobres. Con todo, lleva razón Brad DeLong: un diagrama logarítmico puede ser más instructivo aún:
Me gustaría comentar un poco este diagrama, que relaciona los ingresos anuales y los percentiles de unidades fiscales.
Lo que Rampell tiene en mente es una visión de la sociedad como una larga calle que sube por un cerro, de modo que la altura creciente va de la mano del ingreso creciente. Y cada persona situada a lo largo de esa calle se valora a sí misma en relación con los vecinos de la acera de enfrente, no en relación con el conjunto de la calle.
Pues bien; hay dos interpretaciones ligeramente distintas de esta historia. Lo que Rampell parece sugerir es que la gente se compara sólo con sus vecinos del tramo superior, y puesto que la cuesta queda cada vez más abajo a medida que tú vas subiendo, los ricos se sienten peor porque el tipo de enfrente cada vez es más distinto de ellos.
Una alternativa es que la gente se compara con los vecinos de ambos lados de la calle, pero lo que cambia es la convexidad: si te hallas en la franja media de la distribución del ingreso, tu vecino del tramo superior será más rico que tú en la misma medida en que es más pobre que tú el vecino del trecho inferior; pero en los tramos más altos de la cuesta eso ya no es verdad. (Hace mucho, se me enseñó que la distribución del ingreso es más o menos logarítmicamente normal para el grueso de su rango, pero se hace paretiana en el tramo superior. Si ustedes no tienen la menor idea de lo que estoy hablando, no se preocupen.)
Sea ello como fuere, lo cierto es que el hiato entre los ricos y los archiricos ha crecido espectacularmente. He aquí los datos de Piketty-Sáez, en los que se observa cómo el percentil 1 de la cúspide se aleja de los siguientes 4; lo mismo está ocurriendo con la franja del 0,1% más rica en relación con los perdedores situados en el rango 99,0-99,9. Y así sucesivamente:
El resultado neto es una sociedad de ganadores como ganadores, en la que la gente a la que no sólo le está yendo estupendamente, sino que le está yendo mucho mejor relativamente que a la mediana en que se hallaban hace una generación se sienten, a pesar de todo, rezagados.
Una nota personal: desde mi punto de vista, siempre me ha resultado relajadora la extrema desigualdad en la cúspide. A Robin y a mí nos va estupendamente, claro está, pero otros son mucho más ricos; el hecho es, sin embargo, que, especialmente en Nueva York, sabes que, ganes lo que ganes, siempre hay otros que ganan tanto, que tus ingresos parecen triviales. Así pues, ¿a qué valorarte a tí mismo de este modo? Claro que es mucho más fácil sentirte así cuando te has hecho con otros muchos potenciadores del ego.
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