Se me ocurrió ver qué hicieron los diarios con los comentarios, ya que es algo que en sí distingue a un medio en cuanto a calidad y profesionalismo, y me encontré con lo siguiente: hasta las 9.20 no hubo comentarios en Los Andes y El Sol; en Mdzol, un mensaje de pésame, pero la nota distintiva en lo que hace la falta de ética la volvió a dar el Uno, al dejar publicar lo siguiente, ahí nomás, debajo de la nota:
Para esta noticia, tampoco hubo comentarios en Clarín, al igual que en Perfil, Infobae y Minuto Uno. En tanto que La Nación dejó publicar comentarios y los mismos lectores, por el sistema de moderación que tiene la web, dejaron afuera los más ofensivos, que igual se pueden ver, haciendo clic:
A diferencia del Uno, La Nación dejó publicar el comentario negativo tras una serie de pasos, que implica primero separar los mismos de la nota periodística; luego, al cliquear en Comentá te lleva a una segunda instancia, bien abajo, que dice Envía tu comentario y luego, Comentarios destacados y Comentarios recientes, dejándose ver el primero. Recién, la tercera instancia es al elegir Comentarios recientes, en el que se llega a los que fueron bochados por los mismos lectores por ofensivos. Y recién allí, la cuarta instancia, en el que sólo se hace visible el comentario ofensivo si (como aparece la imagen arriba), el lector mismo decide ver el mensaje censurado por el lector.
Este trabajo de moderación comprueba que la ética no es un moralismo, sino que un proceso de creatividad y tecnología, que permite que se pueda ver todo, pero sin meter todo en la misma bolsa, como hizo el Uno.
¿Por qué escribí este post? Mi mamá tiene Alzheimer y comprendo lo difícil que es esa enfermedad, porque en algún momento afecta más a los familiares y al entorno, que al mismo afectado. En mi caso, la visión sobrenatural -entenderlo desde la fe cristiana- me ayudó a comprenderlo y a vivirlo cada día. Por eso es que me resultó muy chocante ver comentarios ofensivos, debajo de la misma nota.
TN optó por un Twitter, para que
la opinión de los lectores no
quedara pegado a la opinión
del medio, en este caso, grupo
Clarín.
Es hora de que la ética deje de ser un tabú en el periodismo digital y de que los comunicadores le saquen a la moral el rótulo de "moralista". Como vieron, la solución no es "no comunicarlo", sino que "comunicarlo bien". Algo similar ocurre puertas adentro, en casa, cuando con nuestra pareja o hijos decidimos no hablar de ciertas cosas para evitar problemas: el que no sabe hablar, cuando decide hacerlo, se va al otro extremo. Y no es así: el diálogo es un proceso y -por la experiencia que conozco de muchos- también termina siendo un acto de amor.
Por lo tanto, la ética en el periodismo no sólo es un acto de respeto, sino que también termina siendo un acto de amor a los lectores.