Quizás
teníamos la concepción de que los cuentos eran buenos para relajar
a los niños antes de ir a dormir o como una cuestión totalmente
ligada al juego, pero se ha constatado que a nivel emocional e
intelectual los cuentos tiene un papel muy importante, por el
significado que otorgan los pequeños y el uso que hacen de ellos.
El
cuento conlleva un ejercicio de imaginación increíble tanto para
los niños que lo escuchan como para la persona que lo narra y que
puede dar vida a muchas situaciones fantásticas, a historias
emocionantes de héroes, heroínas, personajes inverosímiles, que
juegan con la creatividad de los mayores y de los pequeños. Además
los niños confrontan sus experiencias y sus emociones con la de los
personajes de los cuentos y se crea un tipo de comunicación entre el
narrador, a poder ser padre o madre, y los pequeños promoviendo la
expresión y el acto de escuchar. Además si leemos los cuentos,
estamos aportando una importancia a la lengua escrita y a la lectura,
a través de historias y de una especie de juego sobre mundos
imaginarios, que son importantes para que puedan evadirse de la
realidad y a la vez asumirla, para poder descargar las tensiones que
suponen los límites diarios y las obligaciones que tienen qué hacer
cotidianamente.
También
me gustaría destacar que los padres que cuentan o leen cuentos a sus
hijos, les hacen sentir importantes, les dedican tiempo y por tanto
se fortalecen vínculos y la relación de apego y confianza. Muchos
niños aprenden a expresar sus emociones y sus sentimientos a través
de los cuentos. Un entorno que les estimula, promueve la curiosidad,
la creatividad y la imaginación, que es lo que nos hace avanzar,
querer experimentar y seguir aprendiendo, y supondrá un equilibrio y
por tanto un correcto crecimiento emocional y psicológicos de los
niños.