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¿Por qué los Castro no pueden cambiar?

Publicado el 05 mayo 2016 por Tomarlapalabra

hielos polares

El VII congreso del partido comunista de Cuba lo dijo alto y claro: el castrismo no cambiará.

Desde el momento mismo del despegue del “Air Force Number One” las críticas sobre Obama comenzaron a llover. “El enemigo sigue siendo Estados Unidos, solo que ahora nos quiere conquistar entre risas y abrazos“.

Al viejo dictador Fidel Castro lo llevaron a la sala donde se celebró el congreso para que dijera, además de que “pronto cumplirá 90 años de edad y que se va a morir como todo el mundo“, que hay que tomar distancia del “plan” Obama. Y por supuesto, los sitios oficialistas han cumplido muy bien con su tarea de propagar el inmovilismo y el continuismo como política estatal central. ¡Y como ha recibido aplausos dicha política!

Si algo debería quedar bien claro para aquellos que vieron la visita de Obama como una esperanza, es que el gobierno cubano sabe cómo matar cualquier esperanza en la gente. La única permitida es la que tiene que ver con la “eternidad” del sistema. El resto se ven como amenazas.

“En Cuba tenemos un partido único, y a mucha honra, que representa y garantiza la unidad de la nación cubana, arma estratégica principal con que hemos contado para edificar la obra de la Revolución y defenderla de todo tipo de amenazas y agresiones. Por ello, no es nada casual que se nos ataque y exija, desde casi todas partes del planeta para debilitarnos, que nos dividamos en varios partidos en nombre de la sacrosanta democracia burguesa.” (Raúl Castro, discurso central VII congreso del PCC)

Ni 20 visitas y “planes” como los de Obama harán que los Castro decidan cambiar las reglas de su juego político. No pueden hacerlo porque en ello les va su propia seguridad y la de sus familiares. Los gobiernos comunistas no cambian porque los visiten políticos, una banda de viejos rockeros, o famosas marcas de la moda mundial. Ellos se ríen de esas cosas y hasta las usan para hacer creer a los incautos que “algo está cambiando”.

Los Castro han demostrado sobradamente que saben usar a su favor lo que algunos interpretan como “señales de debilidad“. Deberíamos admitir que ellos se adaptan mucho mejor a las situaciones coyunturales que sus detractores, siempre deseosos de ver el fin de la dictadura por alguna parte aunque en realidad esté tan lejos como siempre.

Si los Castro permitieran que el hilo lógico de los acontecimientos se desarrollara, entonces dejarían de ser ellos. Una Cuba pluralista, realmente abierta al mundo e insertada en el concierto mundial de naciones, con una ciudadanía empoderada y dinámica (que es en lo que se basa el llamado plan Obama), nada tiene que ver con las necesidades de un pequeño grupo  que detenta el poder absoluto desde hace más de 57 años. Poco les importa que la gente viva mal y nada indica que ahora les importe más que el ballet a un hipopótamo. ¿Por qué cambiarían las estructuras que hasta ahora les han funcionado? ¿Qué locura es esa de poner en riesgo su inmenso poder?

Y si a ello sumamos el inmovilismo del pueblo cubano y su extraordinaria incapacidad para exigir cambios que le beneficien, entonces no veo por ninguna parte que los Castro deseen subirse al tren de un presidente norteamericano que pronto terminará su estancia en la Casa Blanca.

Fidel Castro recibió en su momento a un reformista Gorbachov y nada cambió dentro de Cuba. Fue la ex URSS la que se desintegró.

Si usted quiere entender por qué el catrismo no puede cambiar, entonces no le queda otra que ponerse en los zapatos de un régimen al que nada le obliga a salir de una zona de confort que tan maravillosos resultados le ha dado.

Vice

Estados Unidos.


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