Nuestra marca consiste, entre otras cosas, en el producto, en las campañas que realizamos y, sobre todo, en lo que se cuenta de ella. En esto último, tanto el storytelling como nuestros empleados pueden llegar a definir nuestro éxito o fracaso.
HikingArtist (CC BY-NC-ND)
Hace unos años, un amigo y yo nos habíamos leído el libro de Christian Salmon y comentábamos la importancia del Storytelling en otros campos más allá de la comunicación política. El decidió incluirlo en sus charlas sobre marketing y yo a empezar a estudiar sus implicaciones en el mundo de la empresa y los Recursos Humanos.
Ya han pasado 5 años de esas tardes entre amigos, y hoy el concepto de Storytelling está en boca de todas. Pero, ¿estamos sabiendo sacarle el máximo partido?
Las empresas buscan acercarse a sus usuarios a través de las redes sociales, con blogs que les permitan mostrar otros aspectos de la marca que están intentando hacer crecer y creo que, en muchos casos, lo están haciendo con bastante éxito.
Pero si a día de hoy seguimos pensando que la historia de nuestras marcas se cuenta únicamente a través de los medios y de la forma en que nosotros elegimos, entonces es que hemos fallado en entender de qué va el storytelling.
Nuestra marca consiste, entre otras cosas, en el producto, en las campañas que realizamos y, sobre todo, en lo que se cuenta de ella. Y en esta ecuación, los empleados pueden llegar a definir nuestro éxito o fracaso.
Pero, ¿por qué?
Primero, porque todas y cada una de las personas que trabajan en nuestra empresa son las que permiten que nuestro producto llegue al consumidor final. Sin su esfuerzo y dedicación, incluso en las tareas más sencillas, no tendríamos producto que ofrecer ni historia que contar.
Nuestros empleados son los primeros clientes de nuestra marca. Si somos incapaces de convencer a quienes están implicados en el proceso de sacar adelante nuestro producto, de que este vale la pena, entonces es que algo estamos haciendo mal.
Pero además, son nuestros primeros embajadores y los encargados de conseguir que todo aquello que tan bien queda escrito en nuestras estimaciones y planes de crecimiento, se convierta en una realidad medible y alcanzable.
No podemos esperar que los consumidores confíen en nosotros si nuestros propios empleados son incapaces de entender qué nos hace únicos frente a la competencia.
Es por eso que a la hora de hacer una selección de personal, debemos elegir no solo la eficiencia y habilidades propias del puesto, sino, además, a personas que se adapten a la cultura de nuestra empresa, que compartan con la compañía sus valores y perspectivas de crecimiento.
En España, podemos ver la nueva campaña de Balay, “un poquito de mi”, donde son los propios trabajadores los que nos hablan sobre la calidad de sus productos; y la empresa hasta ha creado un site donde podemos conocer algunas historias detrás de los trabajadores de cada una de las fábricas con las que la empresa cuenta en España.
Conseguir que todos nuestros empleados se impliquen con nuestra marca es una ardua labor que deberán empezar a realizar las áreas de Recursos Humanos. Pero debemos lograr que sean ellos, nuestros empleados, los primeros a quienes emocionemos con la historia que queremos contar, ya que, finalmente, serán ellos las que empezarán a contarla.