La numeración romana representaba todas las cifras con letras (I, V, X, L, C, D, M). ¿Por qué no eligieron otros caracteres para no mezclarlos? Quizás así podrían haber simplificado los cálculos matemáticos.
El sistema romano, como es habitual, tiene su origen en el griego del primer milenio antes de nuestra era. Los áticos, a excepción del 1 al 4 (I-IIII), representaban los números con la primera letra del nombre del número. De esta manera, el 5 era Pente (πέντε), que comenzaba con la letra Pi (Π); 10 era Deka (δέκα), por lo que se representaba con la letra Delta (Δ); 100 era Hekaton (Ηἑκατόν), por lo que su letra era Eta (Η); 1000 era Khilioi (χιλιοι), representado con Ji (Χ) y, finalmente, 10 000 era Mirias (μυριας), por lo que se representaba con Mi (Μ). Para formar las cifras intermedias, es decir, 50, 500, 5000 y 50000, se contenía el símbolo de mayor valor dentro del símbolo para cinco, multiplicándose entre ambos. De esta manera, el 50 se representaba con una pequeña letra delta contenida en la letra pi o situadas contiguamente.
Este sistema fue teniendo cambios y adaptaciones según su uso. Del mismo modo, otros estados griegos usaban sistemas similares con sus propias particularidades, ya que solían estar ligados a los pesos, medidas y monedas locales. Estos eran una simplificación de los sistemas hititas, cretenses y egipcios, que requerían repetir numerosamente unos pocos símbolos, aunque al hacerlo complicaron las operaciones.
Esta estructura fue tomada por los pueblos itálicos, como los etruscos, los oscos, ecuos, los umbros y los latinos, entre otros. Sin embargo, en sus inicios, la mayoría de los símbolos eran diferentes a como los conocemos actualmente, ya que, en general, no se correspondían con letras latinas.
Los romanos representaron los números del 1 al 4 de la misma manera que los griegos, con una o varias líneas verticales. El 5 eran dos líneas inclinadas simétricas unidas por el vértice inferior (V) y el 10 dos líneas cruzadas (X). Estos eran los más antiguos, posiblemente realizados con trazos rectos porque eran símbolos tallados en madera o piedra.
El 50 era la combinación del 5 y del 1. Comenzó como una V con una línea vertical en el centro. Las líneas laterales fueron recortándose hasta parecer una flecha apuntando hacia abajo y, estas, fueron horizontalizándose hasta parecer una T invertida. La L que representó al 50 era una simplificación de ese símbolo.
El 100, en sus orígenes, era una X con una línea vertical central. Del mismo modo, las líneas cruzadas fueron redondeándose y quedó simplificada como una curva abierta a la izquierda o a la derecha. Como cien era centum, la C era la opción más lógica para reconocerlo y escribirlo rápidamente.
Por otra parte, 500 era un semicirculo inclinado 45º cruzado por una línea inclinada. Era realmente la mitad del símbolo de 1000, un círculo tachado con dos líneas. Ambos símbolos fueron virando. El semicírculo inclinado se convirtió en la D, perdiendo finalmente la línea horizontal que la cruzaba, y el círculo se parecería, primero, a un punto de mira para luego ir perdiendo la línea horizontal. Esta tuvo muchas variantes, pero, como el 100, fue sustituido por la M de mille.
La resta para representar algunos números tampoco estuvo desde el principio. El IIII presente habitualemente en los relojes para guardar la simetría realmente se usó, aunque fuera sustituido por IV. A veces, algunos símbolos menores situados a la izquierda no restaban. 300 se representaba CCC, pero también podía hacerlo como IIIC o III C.
Miles sin símbolo único
Los números superiores, como 10 000 o 100 000 usaban originalmente el mismo símbolo que 1000 pero con dos o tres círculos concéntricos. 5 000 o 50 000 usaba solo la mitad de esos mismos símbolos. Estos podían simplificarse. Por ejemplo, si 1000 era CIϽ, 5 000 y 10 000 eran IϽϽ y CCIϽϽ, respectivamente, entre otra formas. No obstante, como no facilitaba la tarea de reconocer rápidamente números excesivamente grandes, era habitual situar una línea horizontal sobre un símbolo para multiplicarlo por mil. El problema es que los romanos usaban esta misma línea superior en los textos para distinguir a los números de las palabras, por lo que en la época de Adriano, esta línea horizontal tenía otras dos verticales que englobaban al número. En este caso, ya no multiplicaba por 1000, sino por 100 000. Algunos autores indicaban que una línea horizontal doble multiplicaba por 1 000 000. El problema que mantenía este ingenioso recurso es que, al escribirlos, la caligrafía podía jugar malas pasadas. Si se interpretaba involuntariamente la presencia o ausencia de las líneas verticales, los pagos podían ser mil veces mayores o menores a lo esperado.
En resumen, los números romanos no fueron letras desde el principio, sino que su representación fue desarrollándose hasta ser idénticos. La mayoría de estos cambios fueron completándose en torno al inicio de nuestra era, a finales de la república e inicios del imperio. A pesar de ello, el reemplazo no fue completo y en la Edad Media podían permanecer algunos de los más antiguos. A veces, los cambios daban más problemas de soluciones, por lo que podemos estar agradecidos a que los árabes nos trajeran una numeración más eficiente.
- Ifrah, G. (2000). The universal history of numbers: From prehistory to the invention of the computer. Wiley.