Revista Opinión

¿por Qué Mentimos?

Publicado el 07 diciembre 2018 por Carlosgu82

Sujeto 1: Hola!

Sujeto 2: Hola! Como estás?

Sujeto 1: Todo bien, y vos? Tanto tiempo, que es de tu vida

Sujeto2: También todo bien. Aquí andamos, no me quejo.

Sujeto 1: Que bueno saberlo. Saludos a tu familia.

Sujeto 2: Gracias! Serán dados. Saludos a la tuya también. Un gusto verte

Sujeto 1: Igualmente. Chau!

Perfectamente podría ser un diálogo entre dos personas, que se conocen de algún lado pero que no mantienen un contacto fluido. Suena correcto, amable, no tiene consecuencias indeseadas para nadie. Un sano encuentro, salvo por un detalle. Podría haber al menos media docena de mentiras, dichas en menos de un minuto y sin embargo todo está bien.

Hay muchos estudios sobre la mentira, y los números que se manejan son diversos, pero todos coinciden en que en una conversación de 10 minutos, cada uno dijo al menos 3 mentiras.

Pero ¿cuándo mentimos? Una mentira es una afirmación que hacemos aún sabiendo que no es verdad.

Sería obvio hablar de los distintos tipos de mentiras y engaños de los que a diario somos víctimas y victimarios. El que dice que nunca miente, está mintiendo. Puede que diga más o menos mentiras, pero todos mienten.

Las mentiras descaradas generalmente esconden hechos vergonzantes, de los que deberíamos arrepentirnos. En ese caso hay que tener en cuenta que para ser un buen mentiroso hay que tener muy buena memoria. Este tipo de mentiras deberíamos evitar. En realidad lo que habría que evitar son los hechos que nos llevan a mentir.

Las llamadas mentiras piadosas, son mentiras que podríamos llamar sociales. Ocurren con más frecuencia en ciertas culturas. Por ejemplo, hay lugares donde el regateo es cultural. Cuando uno pregunta un precio, el vendedor miente esperando una contraoferta, hasta que se llega al precio justo para ambos. En otras sociedades es aceptable cancelar una cita por falta de ganas, sin que nadie se ofenda, o echar a las visitas de la casa sin inventar excusas. Las mentiras piadosas deberían incluir sentimientos, simplemente se trata de no parecer una bestia grosera.

El caso de los políticos queda fuera de análisis: simplemente mienten cuando mueven los labios y todos lo sabemos, aún así los votamos.

¿Se podría vivir en una sociedad sin mentiras? Yo pienso que no, aunque me gustaría que sea posible algún día. Vivimos demasiado pendientes de lo que los demás observan en nosotros. Nos importa demasiado. Somos susceptibles y por eso llegamos a ponderar frases del estilo “mentime que me gusta”. El respeto por el libre pensamiento llevaría a la eliminación de la mentira y la hipocresía.

Se me ocurre pensar, ya que he escrito sobre inteligencias artificiales, cómo sería simular una persona normal, sabiendo que lo normal es mentir. Pienso en algoritmos que hagan que un androide tenga un comportamiento humano y no se me hace fácil. Podríamos ponerle a cada frase una probabilidad de certeza, y de tanto en tanto diga una mentira al azar, pero así no funciona la mente humana. Las mentiras tienen un propósito y quizás sea el comportamiento más difícil de modelar. En el buen sentido, las mentiras necesitan de la empatía. Si me encuentro con una amiga que hace un par de años que no veo, no puedo decirle “Eh, como has engordado en este tiempo”, por más cierto que sea. Cómo hacer para que una inteligencia artificial evite ofender, ya sea omitiendo comentarios o directamente cambiar una verdad por mentira, por ejemplo diciendo “Que bien te ves, no te pasan los años”.

Entonces, ¿las mentiras son buenas o son malas? Le cabe la metáfora del martillo. Depende de su uso.

Cambiando el diálogo del inicio, transformando al sujeto 2 en un obsesivo con la verdad, podríamos arruinarle el día a ambos, quedando más o menos así:

Sujeto 1: Hola!

Sujeto 2: Hola

Sujeto 1: ¿Cómo estás? Tanto tiempo, ¿qué es de tu vida?

Sujeto2: Mi vida tiene muchos aspectos, en algunos me va bien en otros no, y no tengo ganas de hablar de eso ahora. (Evita preguntar como le va a sujeto 1, porque en realidad no le interesa)

Sujeto 1: Bueno, no te enojes.

Sujeto 2: No estoy enojado.

Sujeto 1: Bueno, me alegro que así sea. Saludos a tu familia

Sujeto 2: Mi familia seguramente no se acuerda de vos, y sería una inútil explicación, así que no se los daré.

Sujeto 1: ¡Qué caracter! Chau

Sujeto 2: Adiós.


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