Hoy te hablo a ti, que ya eres una creyente del online. Ya te convenciste en su día de que tenías que tener presencia en Internet. Empezaste a trabajar en tu imagen en las redes sociales y pasaste por el proceso de construir una web. Seguramente ninguno de esos pasos fue fácil, y seguramente lo recuerdes como algo a veces frustrante y donde tuviste que trabajar mucho, darle vueltas a cómo querías la web de tu farmacia, qué querías contar sobre ti, qué fotos, qué colores te identifican, qué productos querías subir. Superaste la importante curva de aprendizaje que supone entrar en las tripas de esa web a editar, subir nuevos productos, subir fotos, pensar en descripciones…
Quizá hayas superado toda esa parte y ahora, meses después y viendo los resultados te paras y piensas… ¿ha merecido la pena? ¿Dónde están todas las ventas que yo pensaba que iba a tener? ¿Qué está pasando?
Bien, amiga, aquí vamos a sacar el esqueleto del armario, vamos a ponerle el cascabel al gato, vamos a decir que el rey está desnudo.
El secreto que nadie te cuenta es que… (atención, clickbait)
Tener una tienda online , por muy bien que esté montada, por muy bonita y responsive que sea, por mucho que te guste cómo quedan los colores, las tipografías, las fotos de tu farmacia… todo eso por si solo no vende. NO VENDE… aunque es una buena base para empezar a hacerlo.
Vamos a retroceder un poco y vamos a hacer una comparativa, sencilla, sobre lo que habrá supuesto para ti montar tu farmacia. Supongo que habrás tenido que buscar el local. Habrás mirado si estaba bien ubicado, seguro que hasta te has planteado si la calle era adecuada, si estás cerca de otros comercios, de zonas de paso o al fondo de una calle donde pasa poca gente pero se aparca muy bien. Habrás tenido en cuenta el tipo de barrio, la edad y características de su población para conocer a tus posibles clientes. Habrás tenido que pasar por una o varias reformas. Tendrás que pagar su alquiler, sus suministros, todos los meses. Y por supuesto, hacer un esfuerzo por subir y bajar el cierre cada día, por colocar productos, hacer escaparates, ocuparte de que todo esté limpio, ordenado, agradable. Seguro que hasta le has dado vueltas a las luces, los olores y los colores que se perciben cuando entras en tu farmacia.
Ahora coge todo ese esfuerzo, tiempo y dinero que has invertido en tu farmacia física y haz el ejercicio de compararlo con el que has invertido en tu negocio online.
Creo que todos al principio pensamos que, simplemente por tener una página web, ya estamos colocados en una buena «calle». Ya hay «gente» que pasa por delante de nuestra web y nos «ve». Pero luego miramos nuestras estadísticas de visitas y vemos que el número de visitantes no sube. Si el número de visitas no sube no puede subir el número de ventas. Y aquí nos damos de bruces con la realidad.
1- Tu farmacia, en medio del desierto
Para empezar, tener una web no significa que esa web esté en una calle ancha y llena de gente deseando entrar en ella. Más bien tenemos una web en un terreno sin asfaltar, en un lugar apartado donde nunca va nadie. Si nos quedamos ahí, con la web hecha, y no hacemos nada más, es muy probable que tardemos mucho en que alguien nos encuentre. Y es muy poco probable que nos compren. Y esto puede seguir así durante mucho, mucho tiempo. Tenemos que trabajar en construir nuestra calle, en acercar nuestra web a donde está la gente. Y este trabajo es complicado, principalmente porque ya existe la competencia y ya vamos con desventaja. Así que o trabajamos y nos ponemos las pilas o nuestra tienda se va a quedar en ese camino sin asfaltar en medio de la nada quién sabe durante cuánto tiempo.
2- Tu cliente, ese desconocido
En segundo lugar, no somos conscientes de hasta qué punto puede ser diferente nuestro cliente habitual, de nuestro negocio físico, del que nos puede visitar online. En nuestra tienda física tenemos la ventaja del negocio local: poca gente está dispuesta a hacerse kilómetros para ir a otra farmacia teniendo una al lado de casa, así que existe cierto grado de tolerancia a que ocurran cosas negativas: que no tengamos algo que el cliente demande, que tenga que esperar demasiado en la cola, que nuestro horario no le venga bien… Lo más probable es que, a pesar de todo eso termine volviendo. Toda esa tolerancia que tiene el cliente de nuestro negocio físico no existe en el cliente digital. El que llega a nuestra tienda online no entiende de esperas, de productos fuera de stock o de problemas de funcionamiento. Si algo, por nimio que sea, no le convence, se va a otro sitio, porque los hay a la distancia de 2 clics.
3- Revisa, revisa, revisa
Y esto enlaza con nuestro tercer punto. Una web no va a arrancar y colocarse en las primeras posiciones de Google simplemente por subir productos de vez en cuando. Piensa en alguien que vaya a visitar tu farmacia física. Seguro que a la mayoría les conoces, les aconsejas, les ofreces una experiencia de compra adaptada a lo que buscan y sus necesidades. Ahora piensa en ese cliente que va a entrar en tu tienda online por primera vez ¿Cómo va a ser su experiencia de compra? Seguro que la web es rápida, y se ve bien desde cualquier dispositivo que entre, pero ¿tiene fácil encontrar lo que quiere o tiene que bucear por menús o árboles de categorías descuidados e inmensos para localizar algo? Y una vez ha llegado al producto, ¿tiene imágenes de calidad? ¿Tiene a su alcance toda la información que necesita, que le puede convencer para meter ese producto en su cesta de la compra? ¿o solo hay un título y una foto genérica, exactamente el mismo título y foto que otras muchísimas tiendas que tienen el mismo producto? Ponte en la piel de tu cliente, valora la experiencia de compra de tu web y piensa, ¿tú qué harías en su lugar?
Te lo resumo de la siguiente manera: nosotros hacemos tu web. Somos los que reformamos tu local. Los que pintamos tus paredes, te ponemos las luces, el suelo y el mostrador más bonito y cuidado que puedas tener. Te preparamos el almacén, la caja y el TPV. Ponemos las estanterías y te las empezamos a llenar de productos. Y si tienes un mantenimiento mensual con nosotros, nos encargamos de que las luces siempre funcionen, el suelo siempre esté limpio y las puertas siempre abiertas. Pero si no hay más, no hacemos calles. Te ayudamos para que le gustes a tus seguidores en Instagram, que te quieran cada día más, pero ahí les estamos poniendo un coche hasta tu puerta. Siguen sin ser calles. Y necesitas tener tu tienda en una buena calle, ancha y llena de gente.
Así que queda a la espera, que pronto te contaremos cómo empezar a asfaltar calles hasta tu farmacia. Pero recuerda…
Te ayudamos a que tu farmacia no esté en medio del desierto. ¿Quieres que te informemos de cómo lo podemos hacer? Escríbenos y te decimos
[contact-form-7]La entrada ¿Por qué mi tienda no vende? se publicó primero en STARFARMA.