Si formas parte de EmprendeLove, mi Comunidad de Emprendedoras Soñadoras, y participas en los retos y propuestas que organizamos desde allí, supongo que el tema de hoy no te será para nada desconocido. Y es que el miedo al fracaso, a no recuperar lo invertido, a perder el tiempo, a intentarlo y no conseguirlo... es una de las dudas más recurrentes en las respuestas a la encuesta de bienvenida al grupo.
Para enfrentarte a tus miedos, primero necesitas descubrir la raíz del problema. Porque tener miedo es lo más natural del mundo. Tu cuerpo detecta la proximidad de un cambio y se pone en estado de alerta, te avisa de lo que sucede, algo nuevo y desconocido se acerca y no sabe cómo gestionarlo porque no lo ha experimentado antes. Necesita que tomes las riendas de la situación y seas tú, en primera persona, quién lo gestione.
Partiendo de la realidad de que no todos los miedos se cumplen, la idea de abandonar tu proyecto, sobre todo si todavía no has empezado a trabajar con él de verdad, para mí es inaceptable. Ten en cuenta que digo PARA MÍ. Porque hay que tener en cuenta que con los miedos sucede lo mismo que con el dolor, cada una de nosotras tenemos el umbral del dolor diferente y mientras yo tengo pesadillas con ir al dentista, tú puede que ni te enteres...
Pues con los miedos sucede lo mismo. Puede que a ti te aterre la idea de intentarlo y fracasar por el mero hecho de ver tus ilusiones rotas, dejarte llevar por el desánimo y pasarte una semana metida en la cama hecha una bola. Mientras que para mí, mi mayor miedo es perder mi flexibilidad horaria y tener que dedicar las tardes a mi emprendimiento dejando de pasar ese tiempo con mi hijo.
Es solo un ejemplo práctico para que entiendas la diferencia. Por eso, dar consejos sobre cómo superar tus miedos es complicado. No puede hacerse a la ligera sin conocer previamente algunos detalles importantes sobre la vida y condiciones actuales de la persona a la que tratas de ayudar. De ahí que para tratar este tipo de obstáculos tan personales, decidiera lanzar mis sesiones individuales.
Ayudar a una persona a analizar, entender, gestionar y superar sus miedos es una tarea que requiere de toda tu dedicación mientras charlas con ella. Porque su situación personal puede ser completamente diferente a la de la emprendedora con la que has hablado hace unos minutos. Ya sabes, todas y cada una de nosotras somos distintas y es justo esa distinción innata la que nos hace únicas y especiales.
Pero, por suerte, la forma de encontrar las raíces de esos miedos que te impiden avanzar, es común. Hay una serie de pasos básicos que puedes seguir tú misma para descubrir el origen de tus miedos y empezar a trabajar con ellos. Porque recuerda: los miedos no se borran de un plumazo, se analizan, gestionan, comprenden y solucionan. No intentes evitarlos u olvidarte de ellos, siempre estarán ahí, esperando a saltar de nuevo.
POR QUÉ NECESITAS DESCUBRIR EL ORIGEN DE TUS MIEDOS
Lo que no se nombra, no existe. O eso dicen... Pues en este caso, no es cierto. El miedo existe, es real. Qué te voy a contar a ti que lo experimentas cada día ¿verdad? Y aunque solo esté dentro de tu cabeza, es tan real como la vida misma. Y así lo sientes. Por eso te afecta tanto a la hora de tomar nuevas decisiones...
Pero todos y cada uno de nuestros miedos, tienen un origen. Y una vez que descubres el momento exacto en el que apareció por tu vida por primera vez, es cuándo puedes buscar las herramientas necesarias para trabajar con él e, incluso, ponerlo a trabajar a tu favor. Porque sí, es posible transformar tus miedos en oportunidades. Te lo digo por experiencia.
Un ejemplo real:
Yo soy muy de solucionar los problemas de raíz. Me considero una persona honesta y transparente, además de muy generosa y fan del trabajo en equipo. Pero es cierto que no soy de dar segundas oportunidades si traicionan mi confianza... Tal vez porque cuándo confío en una persona, estoy acostumbrada a recibir el mismo trato. No tengo miedo a la traición. Pero sí a la decepción.
Si siento que alguien que no me importa traiciona mi confianza, borro de un plumazo a esa persona de mi vida. Me es indiferente que sea una clienta, colaboradora o compañera de equipo. Si nuestra relación era superficial y todo lo positivo que aportaba a mi vida desaparece con su traición, opto, como te decía, por cortar toda relación de raíz. Por mi bienestar emocional y el del resto de compañeros.
Pero la cosa cambia si esa persona me importa y la considero una amiga. Alguien a quién aprecias merece una segunda oportunidad, incluso una tercera. Al menos desde mi punto de vista, una relación de "amistad" sí merece el derecho a la réplica y al diálogo, siempre desde el respeto y la educación. Ambas partes pueden explicarse y exponer sus puntos de vista. Si hay punto en común, perfecto, si no... ¡plumazo!
Mi miedo, entonces, no es la traición en sí, sino la traición de mi confianza por una persona a la que aprecio. Y desde pequeña ha sido así. Abogada de las causas imposibles que me decían... Y es que mi infancia y adolescencia no fue sencilla. Tengo escoliosis y durante años llevé un corsé. Ya sabes los crueles que son los niños a esas edades ¿verdad?
Pues yo, lejos de ofenderme ante cualquier insulto o desprecio, intentaba defender a otros que consideraba más débiles que yo. Sí, siempre he sido muy de ayudar a otras personas e implicarme al 100% con ellos. Analizando esta forma de actuar presente hacia las amigas que me fallaban, descubrí que es una actitud que aprendí desde bien pequeña y me ha acompañado siempre.
Es decir, descubrí que es un miedo que forma parte de mí, de mi desarrollo personal, de mi experiencia de vida. Y lejos de pararme o hacerme sentir mal, lo que hace es ayudarme a escoger de forma más selectiva a las personas que me rodean. Ya sabes, separando el grano de la paja. Por lo que acepté vivir con mi miedo y lo utilizo para mejorar mi entorno y bienestar emocional.
Descubrir el origen de tu miedo, analizarlo y aceptarlo como parte de ti, te hace sentir más tranquila, relajada y en paz contigo misma. Forma parte de la experiencia que te ha tocado vivir y tienes mucho que aprender de él y de ti misma si lo trabajas a fondo.
CÓMO DESCUBRIR EL ORIGEN DE TUS MIEDOS
Este punto puede ser más complicado, sobre todo si todavía no has dado el primer paso de poner nombre a tu miedo. Pero lo cierto es que solo tú sabes de dónde procede ese miedo y cuándo empezaste a sentirlo dentro de ti por primera vez.
Piensa por un segundo:
¿Cuándo sentiste lo que sientes por primera vez?¿Qué estabas haciendo?¿Con quién estabas?¿Qué relación tiene esas circunstancias que recuerdas con las que estás viviendo ahora?
En mi ejemplo, ese miedo nació en mi infancia. Una infancia que fue muy feliz pero también tuvo sus puntos negros debido a mi dolencia. Y de esas lagunas, nació mi miedo a ser traicionada por personas que me importan y por las que he apostado alto. Gracias a ese análisis introspectivo descubrí que mi miedo es algo natural, un aprendizaje que me beneficia en vez de afectarme de forma negativa.
Puede que si realizas este mismo ejercicio y dedicas tiempo a analizar el verdadero origen de tu miedo y cómo ha afectado a cada etapa de tu vida, tú también aceptes tu miedo como algo natural, lo asimiles como un nuevo aprendizaje y aprendas a utilizarlo en tu favor, para superarte un poco más cada día.
CÓMO SUPERAR TUS MIEDOS UNA VEZ QUE CONOCES EL ORIGEN
Según mi experiencia: aceptándolos y asumiendo que forman parte de tu experiencia de vida. Todos nuestros miedos nos enseñan algo, tienen una misión cuándo aparecen en nuestra vida. Pero claro, hay que prestarles atención y no dejarse llevar por el pánico y la frustración. Por eso siempre te digo que no los ignores, que profundices en ellos aunque a veces duela...
Claro que el proceso de aceptar a tus miedos y aprender de ellos no es igual para todas las personas. Como te decía, cada una de nosotras somos distintas, tenemos nuestra propia personalidad y forma de enfrentarnos a la vida. De igual forma, nuestra manera de hacer frente a aquello que nos hace dudas es diferente y, por ello, no hay una solución mágica que nos sirva a todas.
No se trabaja igual con el miedo al fracaso por el qué dirán que con el miedo a perder todos los recursos que has invertido en emprender. El origen de ambos miedos es distinto y la forma en que aparecen en tu vida también. Mientras que el primero procede de tu forma de asimilar las opiniones y consejos de esas personas que te importan, el segundo tiene su origen en tu YO más profundo: tienes miedo a perder eso que tanto te ha costado ganar.
Pero ¿por qué? ¿dónde nació ese miedo? ¿qué perdiste hace tiempo que te dolió tanto cómo para afectar a tu capacidad para confiar en tus decisiones y capacidades?
Y la cosa no termina aquí. Porque la superación de tus miedos no termina con saber su procedencia, sino con enfrentarte a ellos y decidir si los quieres o no en tu vida, si te aportan algo positivo como para aprender de ellos y utilizarlos para seguir creciendo o quieres ponerles fin y solucionarlos de forma definitiva para seguir adelante sin que te corten las alas. Y la respuesta, como siempre, la tienes tú porque solo tú sabes si puedes beneficiarte de alguna forma de tu miedo.
Ya te dije que el tema era complejo y no existen soluciones mágicas que sirvan para todas y cada una de nosotras. Pero lo importante es saber que existe, ponerle nombre, asumir que forma parte de tu vida y en base a lo que aprendas de esta fase de análisis, tomar la decisión que más beneficie a tu calidad de vida y bienestar emocional.
Tus miedos forman parte de ti, los has creado tú a lo largo de tu vida. No dejes que te dominen, no existen más allá de ti. Y la mayor parte de las veces, no llegan a hacerse realidad. Úsalos para aprender, para crecer, para descubrir quién eres en realidad y encontrar tu verdadero camino en el mundo.