La victoria de Trump en Estados Unidos demuestra que las viejas democracias corrompidas y gobernadas por progres infectados de socialismo, están en bancarrota. La España que gobierna Sánchez es una de esas falsas democracias podridas y en ruina. En ningún otro país de Europa hay mejores condiciones objetivas para que un partido nuevo de derecha auténtica, como pretende ser VOX, crezca y gobierne. Los dos grandes partidos españoles (PSOE y PP) y sus socios nacionalistas que odian a España están tan desprestigiados y devaluados que, al menos en teoría, es fácil que un partido como VOX los desplace del poder. A pesar de que todo está a su favor, VOX está estancado e incluso retrocediendo con respecto a su ilusionante explosión inicial. VOX no ha sabido convencer a los españoles de que es un partido distinto, interesado no en repartirse el botín del poder, como los demás, sino en relanzar y hacer grande a España, sin corrupción, si apego al poder, sin las traiciones y suciedades que han convertido al resto de los partidos españoles en basura. ¿Por qué ocurre eso? ¿Dónde están las claves del estancamiento de VOX? A su modo, VOX necesita también cambiar y regenerarse, casi tanto como el PSOE y el PP. ---
El mundo está cansado y frustrado ante el comportamiento de las democracias, casi todas mal gobernadas y en manos de políticos sin valores ni altura, de gente que ha permitido la corrupción, el abuso de poder, la mentira, el cobro de impuestos abusivos y el deterioro de la convivencia y de los valores.
Ese deterioro profundo de las democracias liberales es el que está catapultando hacia el poder a partidos como VOX, algunos de los cuales ya gobiernan.
Una de las causas del atasco de VOX es que los dos grandes partidos españoles han alzado contra VOX un indecente y antidemocrático cinturón sanitario que lo estigmatiza y bloquea. La segunda causa, la más importante, es que VOX no ha sabido crear y presentar un atractivo programa de regeneración, Justo lo que la parte más sana de España está esperando y necesita.
Con un programa ilusionante y regenerador, adecuado a lo que los españoles desean, no tendrían éxito los cinturones sanitarios ni los muchos obstáculos y agresiones del PP y del PSOE contra VOX.
VOX se ha conformado con recibir la cosecha de votos de los indignados y frustrados con los viejos partidos y con el enorme fracaso de la izquierda española.
Los partidos recogedores de frustrados no pueden triunfar porque los indignados y frustrados, que son sus clientes, son pocos. La mayoría de los españoles, además de estar descontentos e indignados, desean la regeneración y el resurgimiento de su nación.
Trump ha conquistado el voto mayoritario de América prometiendo que el país volverá a ser grande. Los españoles también esperan la llegada de un líder que les prometa lo mismo: el retorno a la dignidad, la grandeza, el honor y los grandes valores que la izquierda y la derecha cobarde han pisoteado.
VOX es el partido de la esperanza en España, pero sus dirigentes no saben encontrar la ruta del triunfo ni conectar con un pueblo que ansía ilusionarse con el futuro.
Abascal es un político digno y serio, pero también frío y distante, con menos capacidad de emocionar que un pulpo.
VOX necesita un programa atractivo, ideas sólidas, emociones, pasiones y mucha apuesta de futuro y convencer a los ciudadanos que ellos son el camino hacia la dignidad y la grandeza..
Pero VOX parece conformarse con acoger a los dolidos, a los frustrados y a los decepcionados, un grupo que está alejado de la mayoría del pueblo, que sobre todo espera, con los brazos abiertos, una ruta de ilusión hacia la regeneración y la grandeza.
La falta de atractivo de VOX hace que muchos le voten porque no tienen nada mejor que votar. Esa "frialdad" y falta de fidelidad del electorado se notó en la gran fuga de votantes de VOX hacia "Se acabó la fiesta", el partido de Alvise, que se produjo en las últimas elecciones.
Sánchez, que es un inmoral fracasado que está destrozando España, se siente cómodo con el PP, partido mediocre, poco aguerrido en la oposición y sin capacidad de ilusionar, pero también se siente cómodo con VOX, un partido que no parece capaz de romper, con un proyecto de ilusión y fuerza, los barrotes del cinturón sanitario de bloqueo que los dos grandes partidos han construido para castrarlo.
Francisco Rubiales