Foto: Silvia Corbelle
El congreso de la Federación de Mujeres Cubanas terminó hace días. En su clausura, un hombre pronunció las palabras finales. Pero éste no fue el único, ni el último, desacierto de una organización anquilosada y marcada por la ideología.
Después de escuchar las sesiones en el Palacio de las Convenciones, ratifico mi decisión de no ser federada. ¿Por qué?
Aquí van mis razones:
- Rechazo el tratamiento de “presidenta eterna” que se le da a la figura de Vilma Espín, pues todo alarde de perpetuidad en un cargo me resulta –cuando menos- ridículo.
- No quiero formar parte de una entidad en cuya bandera se muestre a un individuo uniformado. Como no soy soldado, no me veo representada en una miliciana con fusil.
- Descreo de una organización femenina que tiene como principios la fidelidad a una ideología, a un partido y a un hombre.
- Sospecho que una parte de los 4 millones de mujeres que componen la FMC, ha entrado a sus filas por puro automatismo, como un trámite obligatorio por el que se pasa una vez cumplido los catorce años.
- Desconfío de una federación que se beneficia de la falta de libertad de asociación que nos impide a las cubanas crear otras organizaciones.
- Me consta el doble rasero de la FMC, que dice rechazar la violencia contra las mujeres pero jamás ha condenado los actos de repudio de que son víctimas las Damas de Blanco.
- Valoro de ineficiente el trabajo de una entidad que en 50 años de fundada, no ha logrado que las féminas lleguen a esos puestos de poder donde se toman realmente las decisiones que afectan al país.
- Estoy cansada de que reduzcan a las mujeres –en estos congresos femeninos- a seres preocupado por un módulo de ollas y sartenes, mambisas dispuestas a entregar sus hijos como carne de cañón o piezas del engranaje productivo… abnegadas, bellas y obedientes.
- Soy una mujer del siglo XXI, no enarbolo mis ovarios con victimismo sino con orgullo y no puedo ser miembro de una organización que es polea de transmisión del poder hacia las féminas.
- Eso sí, cuando sea legal asociarse por credos, afinidades, géneros y tantos otros puntos de contacto, estaré con mi progesterona y mis demandas en una verdadera federación femenina.