Revista Cultura y Ocio
A mí no me extraña nada que en los últimos tiempos las encuestas señalen a "la clase política" como el tercer tema de preocupación de los españoles, después del paro y de la situación económica.
No diría yo, ni digo, que todos los políticos se comparten igual. Primero porque dicha afirmación sería falsa. Segundo porque no lo creo así. Tercero porque siempre he huido de las generalizaciones que suelen ser burdas, planas y sin ningún matiz.
Lo que sí digo, y lo hago con contundencia, que es muy lamentable las declaraciones, o intervenciones, "indignas" de políticos, declaraciones que se suceden con demasiada frecuencia. La "verborrea" de nuestros políticos deja mucho que desear en demasiadas ocasiones.
La última ha sido protagonizada por la diputada Celia Villalobos que para referirse a las personas con discapacidad les llama "tontitos". Para arreglar su torpeza intolerable, termina por insultar al conjunto de los andaluces al afirmar que allí en su tierra, procede de Málaga, se les llama así de manera coloquial.
Pero el insulto de la congresista Villalobos no tiene lugar en una cafetería y rodeada de sus familiares y amigos, que tampoco yo lo justificaría. No. Tiene lugar en una reunión de la Junta de Portavoces, en el Congreso de los Diputados, cuando estaban abordando la contratación de trabajadores con discapacidad. Que una congresista falte así al respeto a todo un colectivo, es intolerable, bochornoso e injustificable.
Comprendo, pues, la indignación del Presidente de CERMI, Luis Cayo Pérez, que considera gravísimo que un político español siga utilizando formas injustas e insultantes para referirse a personas con discapacidad. CERMI es la plataforma de representación, defensa y acción de la ciudadanía española con discapacidad que engloba a más de tres millones y medio de personas.
Debo decir que la señora Villalobos ya se ha hecho famosa por su pésima educación, en numerosas ocasiones.
Yo le diría a usted, señora congresista Villalobos, que si no puede comportarse con la dignidad y el respeto, exigible a todos, y áun más a una "representante del pueblo", que directamente deje la política y su escaño de diputada.