Desafortunadamente esta semana el Sr. Rajoy ha vuelto a abrir la boca. Por mi la puede mantener cerrada hasta el fin de la legislatura porque cada vez que la abre tengo la sensación de que me están llamando imbécil. Es posible que sea injusto con nuestro actual Presidente del Gobierno porque tengo que reconocer que el discurso que soltó el pasado Junio con motivo del rescate bancario me impactó de tal manera que ya nunca me tomaré en serio nada de lo que diga. Por si os falla la memoria recordaré que tardó más de una semana en dar la cara, y cuando lo hizo afirmó, como si se estuviese dirigiendo a los niños de una guardería, que los de la U.E. le habían finalmente convencido para que les hiciese el favor de pedirles un préstamo muy barato y fácil de amortizar para solucionar cuatro problemillas de la banca. Aunque en aquel momento solo lo califiqué de payaso (pidiendo disculpas y con todo el respeto para los muy serios payasos profesionales) en los bastantes años que llevo escuchando y leyendo discursos jamás había oído uno que mostrase tanta irresponsabilidad, inconsciencia, deshonestidad y estupidez como aquella tremenda cagada que adoptó la forma de discurso.
Ahora, y nada menos que para evitar y ni tan solo intentar el gran pacto contra la crisis que todo el país y el sentido común reclaman, nos viene a decir, tratándonos una vez más como idiotas profundos, que las medidas y grandes sacrificios que ha cargado exclusivamente sobre el pueblo llano están a punto de dar sus frutos. O sea, las estadísticas, las opiniones de la mayoría de expertos de todo el mundo, y lo que los ciudadanos ven y oyen cada día es una realidad ficticia al estilo Matrix porque está a punto de producirse de nuevo el milagro de los panes y los peces. Incluso justo después de su discurso se atrevió a afirmar que en el 2019 el paro ya estará por debajo del 15%, algo que probablemente no se podría conseguir ni tan solo descubriendo bolsas inmensas de petróleo en territorio español o llegando unos extraterrestres que nos entregasen en exclusiva una tecnología superavanzada. Primera conclusión, el Sr. Rajoy quizás sabe lo que quiere decir la palabra dialogo, pero incluso en el dudoso caso que lo supiese no tiene la más mínima intención de practicarlo en ningún caso. Segunda conclusión, el Sr. Rajoy sigue pensando que esto no es un país sino una guardería cuyos niños saben quién es Caperucita y Blancanieves, y estarían encantados de conocerlas en persona y pasarse una tarde jugando con ellas y los siete enanitos. De pena.
Muchos miembros del PP, dentro y fuera del Gobierno llevan días hablando de la reforma de la Administración Pública y ojalá esto suponga que finalmente van a hacer algo con la reforma más importante y la primera que se debía haber emprendido, pero mis esperanzas no van más allá de un ligero lavado de cara. No creo que supriman todos los cargos que nos cuestan muchos millones anuales y no aportan absolutamente nada, no creo que nos empiecen a tratar como ciudadanos en vez de considerarnos súbditos a la orden como ahora, no creo que supriman subvenciones religiosas, sindicales y otras, no creo que liquiden el Senado, reduzcan el número de parlamentarios a bastante menos de la mitad y los pongan a trabajar en las mismas condiciones de remuneración y protección social que cualquier ciudadano, no creo que implanten de manera milagrosa la obligación y el sentido de la responsabilidad en la Administración, etc. etc. etc.. Si todo esto que no me creo sucediese si podríamos decir que han reformado la Administración Pública, pero ¿verdad que nadie se lo cree?.
Hay otra reforma de la que pocos hablan, que trasciende el ámbito de España, y que tampoco se plantea y desgraciadamente no se planteará. Me refiero al sistema económico y social basado en el liberalismo salvaje. Hace tiempo que en varias notas he opinado que lo que pinta el futuro basado en liberalismo furibundo es una vuelta a la Edad Media. Os adjunto un artículo de Antoni Garrell, director de un consorcio de la industria textil, aparecido en La Vanguardia del domingo 5, que explica muy bien las razones de esa vuelta atrás.
Dos notas breves para acabar: Los PAECI (Políticos Aragoneses Estúpidos Cometiendo Imbecilidades) han parido el LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Area Oriental), y los del PP todavía se extrañan de que muchos catalanes estén hartos de su acoso. Creo que los catalanes, e incluso todos los españoles de la ribera del Mediterráneo, deberíamos hacer una colecta para reunir millones suficientes para mandar a todas las cabezas pensantes del PP y alguna del PSOE a hacer un curso de un par de años en Suiza para que aprendan que es un país multicultural y multilingüe y como funciona de forma correcta y democrática.
Alfredo Landa nos ha dejado. No es de extrañar que fuese un tipo que caía bien a todo el mundo. Aunque interpretó algún que otro pequeño desastre, era un actor excepcional. Le recuerdo en especial en su sensacional papel en “Los Santos Inocentes” y como el sargento que lidera la patrulla republicana que en “La Vaquilla” pasa al lado franquista del frente para comerse la vaquilla que los franquistas quieren torear. Descanse en paz.