El euro es la moneda comunitaria de la Unión Europea desde 2002, pero ocho países miembros no la han adoptado en sus territorios. Dinamarca, Bulgaria, Croacia, República Checa, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia no forman parte de la zona euro: el primero no lo desea y el resto no están preparados para abandonar sus monedas nacionales.
El Tratado de la Unión Europea de 1993 obliga a los Estados miembros a adoptar el euro como moneda, salvo a Dinamarca, que dispone de una cláusula de exclusión voluntaria en los acuerdos europeos para no aplicar determinados puntos. El país nórdico tiene libertad de elección para entrar o no en la eurozona, y de momento mantiene la corona danesa. El Reino Unido hizo valer la misma cláusula cuando era parte de la UE y mantuvo la libra esterlina como su moneda nacional.
Por su parte, Bulgaria, Croacia, República Checa, Hungría, Polonia, Rumanía y Suecia no están en el euro porque incumplen algunos requisitos económicos y jurídicos, llamados criterios de convergencia. Los países del Este se adhirieron a la UE en las ampliaciones de 2004, 2007 y 2013, cuando el euro ya era moneda oficial, por lo que no estaban en sintonía con el resto de Estados. El caso de Suecia es diferente: ya era miembro cuando el euro entró en vigor, pero no lo ha adoptado porque su población no apoya el cambio. Para no incumplir la normativa europea, el país elude a propósito algunas de las condiciones de ingreso.
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Bruselas exige inflación, deuda y tipos de interés bajos
Estos criterios aseguran que el ingreso de un nuevo miembro no ponga en riesgo al resto. Los Estados deben mantener una tasa de inflación, tipo de interés a largo plazo y déficit público por debajo de unos mínimos. Tras cumplir estas condiciones macroeconómicas, han de someter su divisa al Mecanismo europeo de tipos de cambio (ERM II), un periodo de prueba para comprobar que esta no se devalúa demasiado frente al euro. El último requisito es jurídico: los bancos centrales nacionales tienen que ser independientes del sector público y no interferir en la política monetaria, pues de lo contrario la moneda se desestabiliza.
El Banco Central Europeo y la Comisión Europea evalúan cada dos años los progresos de los candidatos en estas pautas y el último informe, el de 2020, refleja que los avances económicos de los siete han sufrido un revés por la pandemia. Solo Suecia y Croacia cumplen el requisito de tener una baja inflación. Mientras, los ratios de deuda aumentan, en especial en Rumanía, y las monedas de los Estados examinados han sufrido depreciaciones graves, salvo el lev búlgaro. Pero no solo se incumplen las condiciones macroeconómicas: solo Bulgaria y Croacia han entrado en el ERM II, Suecia lo evita y ninguno de los siete han adaptado su legislación para cumplir con la zona del euro.
Andorra o Mónaco, países no miembros de la UE, sí usan el euro
Mientras mantengan sus divisas nacionales, ninguno de los ocho países disfruta las ventajas de la integración económica, como eliminar las fluctuaciones de su moneda, los costes de cambiar las divisas o atraer inversión extranjera. Esos beneficios del euro sí captan la atención de países de fuera de la UE: Andorra, Mónaco, San Marino y la Ciudad del Vaticano lo han adoptado mediante acuerdos con Estados miembros. Algo parecido ocurre con la zona Schengen: no todos los países de la UE forman parte de ella, pero sí varios países europeos no miembros de la UE. Por otro lado, en Kosovo y Montenegro el euro no tiene estatus oficial, pero es la moneda que la población emplea en el día a día.
Coronavirus, ¿un nuevo clavo en el ataúd de la Unión Europea?
¿Por qué no todos los países de la Unión Europea usan el euro, cuando es obligatorio? fue publicado en El Orden Mundial - EOM.