Desde el comienzo de la crisis mundial por la pandemia del COVID-19, en Febrero pasado, aproximadamente 2.6 billones, 1/3 de la población mundial está en cuarentena, con grandes restricciones en diversas formas para movilizarse con libertad. Una cuarentena es, sin lugar a dudas, uno de los experimentos psicológicos más brutales brutal en sus consecuencias para la salud física y mental.
Según el World Economic Forum, a fines de 2020 encontraremos una segunda epidemia de estrés, trastornos emocionales y físicos .
Entre los cambios de hábitos que ésta situación ha traído, se ha notado un incremento exponencial del uso de plataformas de video conferencia como ZOOM, , WhatssApp, Microsoft Teams o HouseParty tanto para mantener contactos en el ámbito privado como para reuniones de trabajo o para el mismo ejercicio profesional en distintas disciplinas : clases online, consultas profesionales, consultas psicológicas, venta online de todo tipo de productos, etc..
Luego de cuatro semanas, es cada vez más frecuente, escuchar referencias a estados de agotamiento posteriores a largas sesiones frente al ordenador con pausas para, además, ver videos o escuchar audios, participar en grupos de Whatssapp, ver transmisiones en directo por Instagram y largo etc.
Antes que el COVID-19 irrumpiera en nuestras vidas, ya varios estudios concluían que un alto porcentaje de gente en USA que pasaba casi 7 horas al día frente a pantallas, manifestaba con frecuencia estos síntomas:
- dolor de cabeza
- cansancio
- dolor de espalda
- menor nivel de energía
- fatiga visual
- tensión muscular
En tiempos de cuarentena, se ha instalado muy rápidamente , la necesidad de continuar trabajando y mucha gente ha comenzado a utilizar plataformas como Zoom, sin demasiada experiencia previa, por lo que estos cuadros de fatiga mental y física se han incrementado.
La Dra. Linda Kaye, profesora titular de Psicología en la Universidad Edge Hill, (Lancashire, UK) y experta en ciberpsicología, ha observado el fenómeno de la fatiga por uso de videollamadas y ha aportado algunas valiosas ideas.
“Una razón-dice-puede ser el hecho de que la mayoría de las plataformas de videollamada incluyen la posibilidad de auto-observarse en la pantalla, parecería que esto incrementa nuestra autoconciencia, con la consecuencia inmediata de que hacemos mayores esfuerzos en tratar de mejorar nuestra imagen personal”.
Otra explicación de esa fatiga puede ser simplemente la restricción técnica de la calidad de las conexiones en sonido o imágen que disminuye nuestra habilidad de lectura de indicios sociales provistos por la comunicación no-verbal.
Dentro de una videollamada tenemos que estar más atentos a la conducta del otro para calibrar las interacciones sociales y ese esfuerzo extra, termina siendo muy agobiante.
Y luego agrega “Puede ser una simple cuestión de volumen. Sin la necesidad de viajar y estar presente en distintos lugares, ampliamos nuestro espacio para planificar reuniones y chats. Por lo tanto es posible que programemos en exceso, solo por el hecho de que estamos más disponibles”.
La Dra, Kaye ofrece algunos tips para superar la fatiga:
- Agenda tiempo de descanso entre distintas reuniones de trabajo
- Planifica tus reuniones virtuales con tiempos más breves de lo que harías en forma presencial, esto supone agendar los principales temas a tratar . El resto quedará en un documento o se tratará en la próxima reunión
- Trata de poner límites entre las llamadas laborales y las sociales
- Si existe la opción, utiliza la pantalla solo para ver a la imagen de los otros más que la propia
- Analiza cuanta gente necesitas realmente incluir en una video conferencia. Menos personas puede hacer más fácil y rápidos los chats
Por otra parte, es necesario considerar los procesos psicológicos relacionados con la forma en que ordenamos la información. La atención y la concentración son dos de las principales funciones afectadas.
En cuanto a la atención existe realmente cambios cualitativos, estamos hiper-conectados, sin hacer foco por largos períodos de tiempo y esto es extenuante y en cuanto a la concentración, la ideal es utilizar esos espacios fuera de la pantalla para trabajarla con técnicas diversas como por ejemplo: mindfulness, deletreo de palabras, prestar atención a una melodía (cadencias. notas, instrumentos), etc.
Instalar hábitos saludables en contextos de incertidumbre como los actuales no es fácil si no los hemos tenido cuando nuestra vida era “normal” pero igualmente no está demás recalcar el efecto positivo que:
1)el ejercicio físico,
2)el cuidado del sueño (las pantallas de ordenadores, tablets, smartphones, TV de pantalla plana emiten dosis elevadas de luz azul que interfieren en la calidad del sueño),
3)el leer por placer, un libro y no desde una pantalla,
4)cocinar (buscar una receta y seguirla al pie de la letra)
tienen sobre nuestros procesos psicológicos y sobre nuestras emociones.
La pandemia del COVID-19 parece empeñada en transformarse en un desafío para nuestra capacidad de adaptarnos a situaciones adversas, no es tiempo de auto agredirnos o dejar de cuidarnos – nunca lo es, pero ahora mucho menos- es tiempo de practicar el autocontrol, la calma y la atención plena. Instalar rutinas saludables en esta nueva relación con la tecnología será una forma de ganarle a la falta de certezas.
Fuente: https://www.psychreg.org/zoom-fatigue/
https://thriveglobal.com/stories/the-impact-of-zoom-fatigue-digital-eye-strain/