Si hay un lugar donde nos habitan demonios es en nuestra propia cabeza. Somos la causa de lo que nos ocurre, ya sea porque nos lo hacemos o porque permitimos que nos lo hagan. Con esta entrada empiezo una serie para revisar por qué nos "damos látigo", cómo nos castigamos y qué podemos hacer para erradicar esa tendencia. Entremos en materia.