"Tiempo descubre la verdad"-Pintura antigua
Los sentidos nos muestran la estricta realidad de las cosas, pero no su verdad. Para acceder a su verdad es preciso descubrir su sentido, su por qué y su para qué, que, a pesar de lo que ha creído el idealismo, no es algo que los hombres añadamos a las cosas, sino que son estas las portadoras del sentido. Nosotros solo tenemos que descubrirlo.
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“El razonamiento no crea (las) verdades; las descubre. Luego antes del razonamiento, ellas existían ya en sí mismas” (San Agustín[1]).
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“Tal vez es imposible descubrir fuera una verdad que no esté preformada, como delirio magnífico, en nuestro fondo íntimo” (Ortega y Gasset[2]).
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“Por lo demás, no ignoro que hay gentes las cuales creen haber llegado a la averiguación de que la verdad no existe, que lo así llamado es meramente una creación de la voluntad individual o «colectiva». Nietzsche, si no recuerdo mal, pensaba de este modo: «La vida quiere ficción, vive de la ficción» (…) Todo esto supone que el hombre puede, al fin y al cabo, vivir aparte de la verdad. Su relación con ella sería extrínseca y fortuita. Por eso, había parecido siempre pura frase la socrática expresión de «que una vida sin afán de verdad no es vividera para el hombre». Pero ahora entendemos hasta qué punto es literalmente así. La vida sin verdad no es vivible (…) (El hombre) puede definirse como el ser que necesita absolutamente la verdad y, al revés, la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre, su única necesidad incondicional. Todas las demás, incluso comer, son necesarias bajo la condición de que haya verdad, esto es, de que tenga sentido vivir. Zoológicamente habría, pues, que clasificar al hombre, más que como carnívoro, como verdávoro” (Ortega y Gasset[3])
[1]San Agustín: “De la verdadera religión”, en “Ideario”, Madrid, Espasa Calpe, 1957, p. 157.
[2]Ortega y Gasset: “El Espectador”, Vol. VI, O. C. Tº 2, p. 526.
[3]Ortega y Gasset: “Prólogo para alemanes”, O. C. Tº 8, pp. 39-40.