Revista Viajes

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Por Drlivingstone
¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Al ser humano, por naturaleza, le gusta viajar, sufre si se lleva demasiado tiempo sin ver nuevos espacios y encontrarse rodeado de lugares que no son habituales. Es posible que esta debilidad, pasión o necesidad por trasladarse provenga de nuestro ancestral modo de vida, un residuo de una prehistoria nómada que acompañó a la raza humana durante más de 1.800.000 años, que no es poco.

Todo este tiempo de caminar no puede borrarse con los últimos 12.000 en los que comenzaron a construirse los primeros asentamientos permanentes. El movimiento, el nomadismo, es algo que todavía permanece fuertemente arraigado en nuestros genes.

Pero más allá de la excusa biológica, de esa predisposición genética, no hay que obviar la satisfacción y el placer que recibe la persona que viaja, aunque esta sea breve, vacacional o de fin de semana. La realidad es que esta acción libera endorfinas, las famosas hormonas de la felicidad, y esto es algo que la inmensa mayoría de las personas sienten.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Aspectos positivos de viajar, antes y después

En los tiempos actuales, en los que la norma es el sedentarismo, el repetir continuamente lo que se hace cada día, con sutiles y mínimas diferencias (cuando las hay), el hecho de enfrentarse a un cambio en la rutina diaria activa mecanismos en el cerebro que nos hacen estar inmediatamente más felices.

La perspectiva que se crea ante lo que ha de venir, la aventura controlada, la emoción de ver algo nuevo y sorprendente, de ser nosotros mismos durante un tiempo sin la esclavitud de lo cotidiano, ya es suficiente para que queramos salir a viajar. El deseo, la proyección de un futuro diferente, seguro y por un espacio reducido de tiempo, nos alegra el espíritu y se dispara la imaginación.

Por lo tanto, entre los aspectos positivos de viajar hay que incluir el periodo de tiempo antes del propio viaje, cuando es la mente la que viaja. Del mismo modo, cabría rodear dentro de la satisfacción que produce viajar al recuerdo. Cuando después de un tiempo se recurre a la memoria para revivir, de nuevo solo con la mente, los momentos y experiencias vividas.

Queda claro que esta actividad no se reduce a los días que estamos dedicando a ver y descubrir cualquier otro lugar, al periodo que nos lleva a disfrutar del destino, sino que se dilata en el tiempo, convirtiéndose en una experiencia anterior y sobre todo posterior, transformándose en algo que es para siempre. No en vano se suele decir que el dinero que se dedica a viajar no se pierde, por el contrario, es una inversión que dura toda la vida.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Beneficios durante el viaje

Todo aquel que haya dedicado parte de su tiempo a viajar, aunque solo sea en épocas veraniegas, sabe y reconoce alguno de los beneficios que recibe, aunque no se haya parado a profundizar en ellos.

Los primeros y más claros son la recarga de energía física y el reseteo mental que ofrece. Después de unas vacaciones las personas vuelven a la rutina diaria con fuerzas renovadas y mayor capacidad de concentración y creatividad para solucionar todo tipo de problemas, ya sean laborales, sociales o familiares.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Seguridad y confianza

En la vuelta a casa, después de una aventura viajera, las personas se sienten más seguras y confiadas, con una visión de su vida y del mundo en general mucho más positiva. No es de extrañar, pues viajando se tiene un encuentro con uno mismo, se conoce mejor y se aprende a actuar en situaciones desconocidas, nuevas y, en ocasiones, adversas.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Mejora mental

El simple hecho de salir de la rutina y hacer que se experimenten cosas nuevas todo el tiempo está obligando al cerebro a actuar, a crear nuevas sinapsis y a desarrollarse de una forma diferente, más atrevida. Se vuelve más atento, más rápido y más elocuente, capaz de dar respuestas válidas ante cualquier coyuntura, aunque, esto ocurre, sobre todo, sí existe presión.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Mejora física

El cuerpo, en cuanto a lo físico, también se transforma, los músculos se tensan, el corazón late con más rapidez y se oxigena mejor la sangre. El organismo entra en un estado entre la alerta y el placer que hace que se ponga en forma sin ser consciente de ello ni aplicarle ningún tipo de ejercicio físico extra. Esto ocurre incluso cuando se va a una playa a vacacionar, a descansar bajo una sombrilla sobre la arena, escuchando el sonido del mar, sintiendo la brisa fresca, el oxígeno del lugar y, sobre todo, la acción de nadar, procurando al cuerpo, sin que su dueño se percate de ello, salud y energía.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Cambios en nuestro carácter

Al viajar, nos percatamos de la cantidad de miedos infundados y de prejuicios absurdos que hemos ido acumulando. Al enfrentar el mundo tal y como es, en su propio territorio y no en la conformidad de las cuatro paredes que consideramos hogar, se acentúa la curiosidad y el ánimo por comprender y entender. Nos sentimos más relajados y confiados con el mundo que nos rodea.

El conformismo con el que habitualmente pervivimos se va diluyendo, desapareciendo al fin. Reconocemos las ideas ajenas y las aceptamos, las respetamos, aunque no las compartamos... o tal vez sí, y el cambio de perspectiva hace que veamos la otra cara de la moneda y al fin cambie nuestra percepción de un tipo concreto de realidad.

Los cambios en la forma de pensar y, por tanto, en el carácter, se volverán patentes, cambios que a su vez reportarán una mayor carga de felicidad, puesto que son conocimientos que no se tenían, ampliando el campo de visión que se tiene del mundo.

En este sentido, nos gusta viajar, porque modifica nuestra personalidad y siempre para mejor.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Nos sentimos poderosos

Otro de los motivos por los que siempre estamos deseando coger la mochila es por el sentimiento de poder que nos ofrece. Descubrimos, en ocasiones asombrados, cómo somos capaces de adaptarnos a las diversas circunstancias, de superar las posibles dificultades, de hacer cosas a las que no estamos habituados. Nos percatamos, además, de que no fue tan difícil, y por ello se siente un orgullo poco habitual, nos sentimos mejor con nosotros mismos.

El cambio que supone estar exclusivamente a las órdenes de uno mismo nos hace sentir libres, y ese es un gran poder que no se suele tener, que se perdió con el paso de los días y la aceptación de la rutina. Sin restricciones, sin obligaciones, sin tener que ser puntuales o estar obligados a actuar de cierta forma, nos convertimos en poco menos que superhéroes de comics.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Abrir puertas al conocimiento

La sed de saber más se incrementa en quien ya lo tenía y aparece con hambre en aquel que no creía tenerlo. Como norma general, el turista, el viajero, quiere saber qué hay detrás de lo que está viendo o pisando. Qué historia y misterios envuelven un monumento, cuántos animales y especies vegetales habitan un entorno natural, qué tipo de costumbres y tradiciones guarda un determinado pueblo, qué nos diferencia culturalmente...

Saber lo que te rodea en el momento en que estás viajando abre una puerta, una vía que ya no se podrá cerrar, y la curiosidad, que ya se ha nombrado en el artículo, permanecerá para siempre dentro de todo aquel que disfrute viajando.

¿Por qué nos gusta tanto viajar?

Nos conocemos mejor a nosotros mismos

Aunque este precepto se puede suponer al leer los anteriores beneficios de viajar, no hay que dejarlo pasar. El hecho de ser conscientes de que somos capaces de enfrentarnos a situaciones nada habituales, de adaptarnos a las necesidades, costumbres y comportamientos ajenos... nos enseña a ver cómo somos en realidad.

Pero, sobre todo, se establece una charla interior, una conexión más profunda de la que se permite ante la vorágine de lo cotidiano, que no da tiempo a esta charla pausada y consciente con uno mismo. Las puestas de sol, los encuentros con monumentos naturales y humanos, los encuentros casuales con gente maravillosa, los detalles más ingenuos que se se quedan atrapados en la memoria, la brisa fresca, el calor sofocante, el insecto descansando en la roca... los mil y un detalles que ofrecen los lugares nuevos, en definitiva. Los instantes que hace que nos preguntemos las cuestiones para las que solo uno mismo tiene las respuestas, pero que necesita el entorno adecuado para localizarlas y darles forma.

Existen muchos motivos, muchas excusas y respuestas a la pregunta por qué nos gusta viajar. La más importante de todas es, sin lugar a dudas, la oportunidad de adquirir experiencias insólitas que nos hagan sentirnos vivos en un mundo que se hizo para descubrirlo, recorrerlo y disfrutarlo, porque en el fondo seguimos siendo nómadas.

Gracias a proyectos como Paso Noroeste, podemos seguir poniéndonos a prueba, seguir descubriendo y compartiendo esta necesidad de viajar, de completarnos como personas, satisfaciendo nuestra curiosidad, desarrollando nuestros sentidos y viviendo experiencias por todo el mundo y con todo tipo de personas. Esto y algunas cosas más son los motivos por los que nos gusta viajar. ¿Cuál es el tuyo?


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