Largas jornadas de trabajo, el tráfico, las prisas.... no llegamos a todas partes!! en definitiva, una buena parte de la población vive prácticamente en una constante situación de estrés.Una de las consecuencias físicas del estrés es el aumento de peso.El estrés nos hace comer mal, rápido, y en mayores cantidades. Llegamos a la siguiente comida con ansiedad (lo que a su vez nos hace comer más y ser menos selectivos con lo que comemos).Un estudio* publicado en la revista Obesity examinó algo más de 5.000 participantes durante cinco años, y analizó la relación entre el índice de masa corporal (IMC) y sus niveles de estrés.Sobre la base de su análisis, los autores concluyeron:El estrés psicosocial se asoció con un aumento de peso y como una barrera para la pérdida de peso. El estrés facilita la secreción de glucocorticoides, lo que aumenta la motivación por la comida, y la insulina, que promueve la ingesta de alimentos. Además, en situaciones de estrés se produce una disminución de los niveles de serotonina (una hormona que nos hace sentir bien) y esto puede conducir a que se nos antojen principalmente alimentos ricos carbohidratos.Esto puede ser un círculo vicioso, ya que algunos carbohidratos, especialmente carbohidratos no saludables, como la harina y el azúcar refinado, son adictivos y pueden causar inflamación, aumentando aún más el riesgo de aumento de peso.El impulso de comer en exceso, o comer emocionalmente, no es la única forma en que el estrés puede conducir a la obesidad. Cuando el estrés se vuelve crónico, el cuerpo comienza a producir un exceso de cortisol. Cuando los niveles de cortisol son demasiado altos, durante un largo período de tiempo, se relacionan con un aumento de la acumulación de grasa del vientre. Este tipo de grasa es especialmente peligrosa (grasa visceral).Además, la propia grasa del vientre puede causar que el cuerpo libere aún más cortisol, lo que lleva a un bucle vicioso de estrés y aumento de peso.
Por último el estrés crónico conduce a las células nerviosas a liberar una molécula conocida como el neuropéptido que promueve la acumulación de grasa en el cuerpo.
Tratamientos como el Balón Intragástrico, el Método POSE o el Método Apollo no pueden solucionar el problema del estrés pero sí el de la ansiedad y evitar que comamos en exceso motivados por una situación de estrés. Todos estos tratamientos y técnicas para combatir la obesidad tienen en común aumentar la sensación de saciedad por lo que mientras resolvemos los temas que nos causan estrés. estas técnicas (junto con el seguimiento médico por parte de diferentes especialistas- nutricionista, psicólogo, etc-... ) evitarán que sigamos cogiendo kilos de más y facilitaran la pérdida de peso.