
Imagen extraída de la charla Density is Home. Ilustración por Alex S. Ollero
En primer lugar, en términos de emisión de carbono, se ha comprobado que la ciudad dispersa, formada por viviendas individuales, emite más cantidad de carbono que la ciudad compacta. Esto ocurre no sólo por el consumo de energía que requiere cada casa, sino también por las emisiones derivadas de los medios de transporte individuales. El transporte público no es asequible porque la población no alcanza una masa crítica.

En segundo, las superficies asfaltadas aumentan proporcionalmente a la dispersión y convierten el área rural en asfalto. La proporción de asfalto necesaria para dar servicio a las viviendas individuales es, de acuerdo con algunos estudios realizados, de un metro cuadrado de carretera por cada uno de la superficie total de la parcela. Y las toneladas de material necesarias para carreteras y edificios podrían alcanzar en muchos casos la misma proporción 1:1.

Por último, la ciudad compacta fomenta la interacción entre ciudadanos y usos, no sólo como vecinos, si no también a una escala mayor: compartiendo instalaciones, comodidades y espacios públicos.

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