Revista Opinión

¿Por qué nos reímos?

Publicado el 13 agosto 2019 por Carlosgu82

Pensamos que la risa es un acto indiscutiblemente positivo, que aquel que no tenga sentido del humor es un amargado. Esta lógica se entiende porque la risa favorece en las dinámicas sociales, pero más adelante desglosaremos las diferentes situaciones que nos provocan risa y veremos cómo tal acto esconde una motivación curiosamente animal.

Los animales no tienen sentido del humor porque los humanos le hemos otorgado cierto valor social, pero la risa es un acto de defensa frente a una amenaza. Un animal muestra sus dientes para demostrar su ferocidad y superioridad. El ser humano es un animal, y compartimos ciertos comportamientos primitivos como es la risa: levantamos la cabeza, enseñamos los dientes y emitimos sonidos guturales.

Existen dos motivos por los que nos reímos: por inferioridad o por superioridad.

En un momento de inferioridad o debilidad nos sentimos amenazados, expuestos, humillados, por lo que nos reímos para sentirnos a la altura de la situación en compensación.

Necesitamos mostrarnos fuertes.

Esto se traduce en una risa nerviosa.

Ejemplos: Caerse, darse un golpe, mostrar ignorancia o menor conocimiento frente a alguien, las cosquillas al sentir que nuestro cuerpo es vulnerable, reírnos en un momento verdaderamente trágico…

Por otro lado, estos ejemplos dados también provocan risa en la parte contrario, es decir, ese alguien que se ríe del objeto de burla.

Nos reímos de alguien que se encuentra en una situación de inferioridad porque nos sentimos superiores.

Nos reímos del que se cae o se da un golpe porque conocemos de primera mano esa situación ya superada, y pese a que esa persona se encuentre mal y no se ría porque para él es grave, no le damos mayor importancia porque no se trata de algo realmente grave. En cambio, si partimos de la base de que esa persona ya la consideramos inferior, cualquiera de las situaciones ejemplificadas no nos provocarían la risa, pues no sería novedad y no habría necesidad de reafirmar la superioridad frente a esa persona.

También existen los mismos motivos pero frente al conocimiento:

Cuando aprendemos algo nuevo nos genera felicidad y sonreímos, porque nos sentimos por encima del conocimiento al comprenderlo.

Esto se extrapola a las ironías y chistes llamados “humor inteligente”, y es que para reírse hay que entender el contexto social al que hace referencia el propio chiste.

Pero, más allá de la risa frente a alguien o algo, existe la sensación de bienestar general con la vida, que sería sentir una adaptación superior y mostrar así los dientes «al universo», lo cual nos lleva a explicar que la risa es contagiosa:

Al ver que alguien sonríe, sonreímos, porque inconscientemente sabemos que esa persona se encuentra en un momento óptimo para que, en caso de pedirle un favor, acepte y favorezca nuestros intereses. De una promesa de servicio surge un juicio de valor: lo encantador.

Todo esto se puede tomar como una lucha de poder constante para ocultar el dolor o alimentar el ego, o mejor como un acto pacifista e igualitario, entendiendo el gesto de la risa como “no llevaré nuestra lucha más allá de los límites del juego”.

En conclusión, hoy más que nunca hay que hacer humor de la censura del humor.

Fuentes:

Kenneth Burke. La filosofía de la forma literaria, “El hipergelasticismo expuesto” pp. 369-372

Ludovici. El secreto de la risa


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