Contemporáneamente se suele afirmar que los cuentos de hadas ha perdido sentido en una sociedad como la nuestra donde se cuenta primero una historia en la que Caperucita es la víctima y el lobo es el malo, pero a continuación otra los roles se invierten , y enseguida otra donde ambos son buenos pero la malvada es la abuelita. Sin embargo, este juego de versiones sólo es posible cuando los lectores conocen el relato original que permanece indestructible. Si no, observen, por ejemplo, la historia de Shrek y el cuento del príncipe sapo. Otra característica paradójica de los cuentos de hadas es que no sólo tratan de hadas sino toda una variedad de personajes fantásticos (duendes, elfos, brujas, sirenas, troles, gigantes, gnomos, ogros, dragones o animales que hablan) además de que es una denominación que comparte los terrenos fronterizos del relato fantástico y otros subgéneros de la fantasía literaria.
Una de las escritoras españolas que viene construyendo una prolífica trayectoria influida por este legado es Laura Gallego García. En su última esperada novela Todas las hadas del reino (Montena)recurre otra vez al poder mágico de la frase “Érase una vez” para sumergirnos en la historia de Camelia, un hada madrina que hace tres siglos que asiste a otros personajes para que consigan sus propios finales felices. Sin embargo, cuando le encomiendan que ayude a Simón, comenzarán a suceder una serie de eventos inesperados. No os perdáis esta historia plena de magia, encanto, giros imprevisibles y referencias a los cuentos de hadas que ya conocemos.
Si bien sus orígenes se pierden en las fuentes anónimas de las tradiciones orales europeas, se puede ubicar en el siglo XIX el origen de las compilaciones y las variaciones de estos relatos que autores como Hans Christian Andersen quién se basó en cuentos populares antiguos, utilizando motivos y tramas del género para crear nuevos relatos. Si es cierto eso que afirmara el popular autor danés de que “La vida en sí es el mejor cuento de hadas” os recomendamos la cuidadísima edición de Cuentos de hadas (Librosdel Zorro rojo), ilustrado por Harry Clarke en 1916 por encargo de la editorial inglesa George G. Harrap & Co. Su extraordinaria habilidad para el dibujo y las tramas gráficas, su envidiable manejo de la luz, la composición y el color junto con la laureada traducción de Enrique Bernárdez hacen de esta obra (donde se pueden encontrar cuentos tan célebres como “El patito feo”, “La vendedora de cerillas”, “Pulgarcita” o “La sirenita”) un objeto para coleccionistas.
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