Por mucho siglo XXI en el que nos encontremos, las personas seguimos teniendo creencias y paradigmas internos que influyen más de lo que nos pensamos en nuestras acciones y, en consecuencia, en nuestros resultados.
Todos, en mayor o menor medida, hemos conocido a lo largo de nuestra vida o carrera profesional a personas que intentan conseguir algo durante un largo período, sin embargo, se dicen a si mismos que no lo van a conseguir o que no son lo suficientemente buenos para alcanzar esa meta. Obviamente, con ese refuerzo negativo que se auto aplican es prácticamente imposible que lo alcancen. En primer lugar, debemos de ser realistas. El marcarse metas inalcanzables no es bueno. Una vez establecida una meta que podamos conseguir, habrá que ser positivos y decirnos todos los días que somos capaces de alcanzarla; con voluntad de seguir intentándolo es más probable que lo consigamos, pues es nuestro objetivo, nos enfocaremos en conseguirlo y nuestra convicción de poder hacerlo, nos ayudará.
Otras veces, en las relaciones humanas, nos encontramos con expresiones lapidarias; “¡No soporto a fulanita o menganito por el motivo que sea!”. Las relaciones humanas son complicadas y ambas partes han de poner de su parte para llegar a un entendimiento y respeto mutuo. Si seguimos con la misma actitud, no conseguiremos avanzar.
Si cambiamos al entorno laboral, suele ocurrir que juzgamos previamente el trabajo de determinadas personas de nuestro entorno laboral, sin profundizar en ellos ni comprender por qué actúan así ni por qué hacen las tareas de esa forma. Suele ocurrir que desde vuestra perspectiva o forma de hacer las cosas no encaja y eso ya os hace repeler su método.
Tras el ascenso de un compañero, las malas lenguas empiezan a alimentar el rumor: “Ese tiene padrino o enchufe” cuando no hay pruebas que así lo demuestren. Con esto no quiero decir que no ocurra. Ciertamente, algunas veces puede ser el caso, pero no es el caso siempre. Quizás simplemente es que os molesta que no fuerais vosotros y la envidia genera esas invenciones. Debemos saber reconocer cuando otras personas merecen más las cosas que nosotros y en vez de tener envidia preguntarnos ¿Qué puedo cambiar yo para evolucionar profesionalmente?
Todas las personas, por definición, tendemos a pensar que lo que pensamos o creemos es la verdad categórica y todo lo que contradiga ese pensamiento es negativo o malo por que sí.
El reconocer que estamos equivocados es una gran lección de humildad y de inteligencia. Por eso, es conveniente hacer el ejercicio de replantearnos la visión que tenemos de un tema o asunto de forma crítica, pensando todo lo contrario y poniéndonos en la posición de otros porque esto nos hará llegar, en más de una ocasión, a conclusiones inesperadas con las que no contábamos.
Debemos de analizarnos internamente y observarnos para comprender porque nos comportamos y pensamos de determinada manera y, a partir de ahí, desprenderse de lo inadecuado y hacerlo de la forma correcta que nos beneficie a seguir creciendo y evolucionando como personas.
Debéis daros una oportunidad y eso lo tenéis que hacer en vez de poner tantas pegas a los demás cuando plantean algo distinto a lo que vosotros creéis; debéis de darles una oportunidad y dejaros llevar. Muchas veces creéis que determinadas cosas no son posibles porque estáis convencidos de que lo vuestro es lo mejor. Pero el tiempo dice que otras opciones son posibles y beneficiosas para todos, incluidos vosotros.
Las creencias y paradigmas arraigados tienen al fiel amigo “orgullo” que, pase lo que pase, nos impide dar nuestro brazo a torcer porque si reconocéis que estáis equivocados igual se acaba el mundo.
La fuerza esta en vuestro interior; debéis encontrarla, canalizarla y aprovecharla en vuestro beneficio y en el de los demás.
Si pensáis negativamente, al final, os lo creéis y eso hará que os salgan mal muchas de las cosas que emprendéis porque ya estáis predispuestos a ello. Si por el contrario pensaseis que sois capaces de hacerlo, seguro que lo lográis.
¿Por qué os cuesta cambiar tanto vuestras creencias?