Revista Educación

Por qué Paquita nos representa a la mayoría

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Por qué Paquita nos representa a la mayoría

El éxito de la serie Paquita Salas, que estrenó este verano su tercera temporada en una de las plataformas más conocidas, se debe, en buena parte, por su capacidad de desarrollar empatía y complicidad con el espectador. Porque nos reímos de Paquita, su agencia de artistas y su universo, pero en lo más hondo sabemos que nos estamos tomando con humor lo que nosotros mismos somos. ¿Quién no ha querido abarcar disciplinas diversas para terminar siendo un hombre o mujer 360, esto es, para volver a nuestro punto de partida? A muchos de nosotros nos aturullan los términos técnicos nuevos, esos que se meten en el saco de la innovación, la tecnología, el desarrollo y la jerga joven. También tenemos ese desayuno copioso que adoramos pero no reconoceremos ante los demás ni aunque nos torturen. Paquita, esa agente del artisteo que vio tiempos mejores, es una mujer que reconoce que es imposible para cerebro avanzado alguno estar actualizado en todas las materias con lo rápido que va el mundo. Y, lo más importante, ella es una señora, una profesional poco común que prefiere tener la conciencia tranquila a llevarse las medallas del éxito, que aguanta carros y carretas de desprecio y, aún así, es capaz de mostrar empatía por quienes la abandonaron o se rieron de ella. Paquita se enfada y se enfrenta al mundo que no le gusta, lucha como una jabata y si fuera un personaje de cómic le estaría saliendo humo de la cabeza en cada capítulo. Pero, lo más importante de esta tercera temporada, en concreto, es que esta señora es capaz de reconocer sus fallos y de animar a los demás a mostrar sus errores con orgullo, porque el que se sabe equivocado está vivo y porque aquí nadie es perfecto. Así, la mayoría de nosotros queremos que Paquita nos represente porque ella es la posibilidad de redención, de caernos y levantarnos o de quedarnos en el suelo si nos apetece durante un tiempo. Larga vida al Nuevo PS y a su dueña, eso sí, que se deje de tanto torrezno y pruebe los chicharrones con gofio. No habrá quien la pare.


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