Revista Insólito

¿Por qué prohibir chatarra puede ser malo?

Publicado el 27 mayo 2014 por Datos Reales @datosreales1

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De acuerdo con la psicoterapeuta Jane MacCartney, muchos pacientes en su clínica describen la prohibición de golosinas como un método poco efectivo para  dejar de obsesionarse con la comida.

La especialista platica sobre el caso de una mujer criada por su padre durante la austeridad de la posguerra británica, quien tenía prohibido comer entre comidas y debía comerse todo lo que tenía en el plato. Así que, en el momento en que obtuvo su primer trabajo gastó todos sus salarios en papas fritas, chocolate y batidos de leche para compensar todas las cosas que sentía que había perdido en su infancia.

Otro paciente de unos 40 años tenía padres que sólo guardaban manzanas y panecillos de higo en casa como bocadillos para los niños, de modo que cada vez que iban a fiestas en casas de otros niños, se atiborraban de dulces y pasteles. Y así crearon un patrón de comportamiento que más tarde los llevó a robar cualquier chocolate y, al volverse adultos, derrochaban mucho dinero en KFC, Burger King y Krispy Kreme.

Parte de crecer es ser capaz de tomar nuestras propias decisiones y ejercer control. Cuando tenemos la libertad de comer lo que queramos, durante nuestros años de adolescencia, hay una tendencia natural a explorar las cosas que podrían haber estado prohibidas dentro de los límites del hogar.

Los alimentos que a menudo están prohibidos son altos en grasa y azúcar y sirven para estimular los centros de placer del cerebro. Esto, junto con la emoción de hacer algo que se percibe como ilícito, puede ser una mezcla altamente adictiva, así lo publica Daily Mail.

No se trata de ofrecer a tus hijos pizza y patatas fritas todos los días, pero si ellos lo piden, conviene decir: “Bueno, ¿por qué no el viernes después de cenar?” Y así que sea parte de la elección. El punto principal es que, en la mayoría de los alimentos, lo ideal es la moderación. No se debe usar la comida como recompensa por buen comportamiento o quitarla como una forma de castigo”, señaló MacCartney.

Otro problema clásico es cuando descubrimos que el niño va a la escuela con un saludable emparedado y lo terminó intercambiando por papas fritas. En estos casos, lo mejor es incluir este tipo de alimentos chatarra de vez en cuando en la lonchera, así, no tendrá tanto antojo por comerlos de nuevo.

Se prevé que para el año 2050 la obesidad será un problema a nivel mundial por comer demasiado y hacer poco.

La verdad es que muchos de nosotros comemos por razones emocionales, como la búsqueda de comodidad en la comida, y es que millones de personas que hacen dieta se esfuerzan a diario. Comer en exceso no siempre empieza en la infancia.

De acuerdo con la Dra. MacCartney, un caso específico es el de una paciente que, cuando era niña, debía terminarse cada bocado del plato y si se negaba, se le volvía a servir el mismo platillo que antes. Sus padres estaban utilizando la comida como una forma de control. Ella aprendió pronto que la aprobación y el amor de sus padres los ganaba si comía, incluso si ella no tenía hambre.

Como adulta se convirtió en comedora compulsiva y con exceso de sobrepeso. Se odiaba a sí misma y mientras más grande era su cuerpo, su odio crecía. Y debido a que no quería que sus propios hijos experimentaran su angustia, ellos se volvieron obesos desde una edad temprana.

La mujer había intentado dietas, pero sólo fue capaz de hacer frente a la raíz de su problema y empezar a perder peso a través de la terapia.

Para revelar su historial con los alimentos, pensó en ciertos momentos de su vida (niñez, la adolescencia, edad adulta), y escribió sus pensamientos acerca de los alimentos en cada uno de estos momentos y qué papel desempeñaban. Esto ayudó a reflexionar sobre los eventos del pasado y así comenzar a sanar los sentimientos negativos sobre uno mismo.

Puedes comer emocionalmente por muchas razones, no actitudes estrictas de los padres hacia la comida, lo cual es desastroso en muchos casos. Tal vez comes en exceso para suprimir sentimientos negativos sobre ti mismo o usas la comida para la comodidad emocional cuando no puedes estar bien en ningún otro lugar en tu vida.

“El comer de forma emocional a menudo tiene sus raíces en alguna parte de tu pasado. Hasta que puedas reconocer y entender el impulso de comer en exceso, el peligro es usar los alimentos para hacer frente a lo que sucede emocionalmente”, señaló la especialista.

El impulso de comer en exceso suele ser inconsciente, repetitivo y automático. Cuando sientes la necesidad de comer emocionalmente, debes parar y examinar tus sentimientos. De acuerdo con MacCartney, lo mejor es aplicar las cinco preguntas: quién, qué, dónde, cuándo y por qué. Tomar notas para obtener los hechos que le ayudarán a calmarse. Al pensar más detenidamente acerca de esta situación se puede aprender a dejar que cualquier incidente, emocionalmente provocativo, afecte nuestra dieta.

Comer crea sensaciones placenteras que pueden cambiar nuestro estado de ánimo. El consumo de carbohidratos refinados acelera la absorción de un aminoácido que en nuestro cerebro se convierte en serotonina, un neurotransmisor que nos hace sentir bien. Si te sientes mal, la comodidad de comer es una forma instantánea de darse un ascensor y el azúcar es el crack de la comodidad.

Es por esta razón que en los centros de tratamiento de la adicción están prohibidos los chocolates y dulces. La comida puede convertirse en una adicción como cualquier otra.

Si esto suena un poco loco, vamos a tratar de comparar los efectos de los hidratos de carbono refinados a otra sustancia adictiva: el alcohol.

Cuando un alcohólico se siente mal, va a tomar una copa con el fin de sentirse bien. Lo mismo puede decirse del azúcar. El alcohol es una sustancia que una gran proporción de la población adulta excede, hasta el punto de causar graves problemas de salud.

Los alcohólicos no pueden controlar la cantidad que beben, sin importar las consecuencias. Es lo mismo con el azúcar. Nadie quiere comer en exceso hasta el punto donde se convierten en obesos mórbidos, sin embargo, hay personas a nuestro alrededor que no pueden ayudarse a sí mismos.

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