Revista Opinión

Por qué quiero primarias abiertas

Publicado el 24 junio 2014 por Fran_rey @elchigredefran

Los partidos políticos nacen en el siglo XIX en el seno de los primeros sistemas parlamentarios, con el fin de agrupar a políticos que defendían causas comunes. El modelo de partido del siglo XIX no se parecía mucho al del siglo XX: no había carnés ni afiliados, simplemente relaciones de “lealtad” o “colaboración” entre determinadas personas o familias del partido.  Era un modelo de partido basado en el mismo modelo de sociedad que los sostenía: caciquil y oligárquico. El modelo de partido del siglo XX aparece, fundamentalmente, con la llegada de los partidos obreros, que introducen el concepto de militante. Desde entonces, las sociedades democráticas se ordenan en un sistema basado en que los ciudadanos eligen a los partidos, y éstos, a su vez, funcionan internamente en base a una militancia que, a consecuencia del hecho de que paga cuota, tiene la posibilidad de participar en las decisiones del partido, y elegir o ser elegido como representante de éste. De forma que, de nuevo, el funcionamiento interno de los partidos era un reflejo de las sociedades liberal-democráticas  del siglo XX (liberal-democracia, democracia restringida, democracia de mínimos o cualquiera de los otros nombres dados a este sistema son igual de válidos).

Hecho este pequeño apunte histórico, alguien puede preguntarse si el modelo de partido del Siglo XX sigue siendo válido en el siglo XXI o si, por el contrario, hay que sustituirlo por uno nuevo. En realidad, visto lo anterior, la pregunta se reduce a si los sistemas políticos del siglo XX (y, por tanto, el sistema de partido asociado a estos) siguen siendo válidos en el siglo XXI.

Personalmente, yo sostengo que los ordenamientos políticos del pasado siglo ya no sirven. Votar cada cuatro años no es suficiente democracia, la ciudadanía demanda un mayor poder de decisión, demanda poder tener un verdadero control sobre las instituciones públicas, y no se conforman con una democracia de mínimos. El modelo alternativo planteado, llamado democracia participativa, democracia 2.0, democracia real, etc., requiere también un modelo nuevo de partido adaptado a esta nueva realidad política. De la misma forma que el sistema de representación del siglo XIX y su sistema de partido asociado dejó paso al sistema del siglo XX, tanto de Estado como de partido, los que pedimos el paso hacia un sistema político propio del siglo XXI, debemos entender también la necesidad de configurar el modelo de partido adecuado a ese sistema.

Al igual que ocurre con el sistema político, del que el ciudadano se siente defraudado, pues considera que ya no es suficiente solo con votar cada cuatro años, también se siente defraudado con el modelo de partido actual, pues tampoco se conforma con votar lo que los partidos decidan darle. Quieren tener poder de decisión en la elección de los candidatos, en la elaboración de las listas…Quieren asegurarse de que el aparato del partido no coloca a sus candidatos y aleja del poder a aquellos a los que los ciudadanos verdaderamente quieren elegir.

El partido que no sea capaz de recoger estas demandas, no responderá a las necesidades de los ciudadanos, ni a las nuevas estructuras democráticas que están por venir.

El futuro es de las primarias abiertas, y el partido que no las acepte quedará, muy probablemente, fuera del espectro del votante mayoritario, y fuera de las alternativas políticas del siglo XXI.


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