Una encuesta realizada para un paper de los economistas Guillermo Cruces, Martín Tetaz (CEDLAS-UNLP) y Ricardo Pérez-Truglia (Harvard) reveló que el grueso de las personas, sean ricas o pobres, dice pertenecer a la clase media.
La explicación del fenómeno es que la mayoría se identifica con la situación de las personas más cercanas: si alguien se relaciona con gente de más o menos el mismo ingreso, creerá que su situación es la del promedio. "La sensación subjetiva depende del lugar y grupo de referencia", marca Cruces, economista de la UNLP y director del CEDLAS. "Los hogares de menores ingresos en un barrio de nivel socioeconómico alto tienen una mayor propensión a sentirse más pobres con respecto a toda la población".
El trabajo fue publicado este año y coincide con el resultado de otro realizado en Estados Unidos (también de este año). Michael Norton y Dan Arieli muestran que los norteamericanos, en promedio, subestiman sistemáticamente la desigualdad de ingresos y creen vivir en una sociedad más parecida a la de Suecia que a la de Estados Unidos. ¿Los motivos? Los mismos que señalan Cruces y compañía.
El descubrimiento de Cruces-Tetaz-Pérez Truglia tiene implicancias a la hora de hacer políticas públicas. Los economistas sospechan que los gobiernos tienen menos presión de hacer políticas favorables a los más pobres cuantas más personas piensan que son de clase media.
El economista norteamericano Larry Bartels, en la publicación especializada Perspectives on Politics, demostró cómo votantes de ingreso de la mediana para abajo apoyaron los recortes impositivos de Bush que beneficiaban a los muy ricos. El título de este documento ("Homer gets a tax cut") y una ilustración de Homero Simpson en sus páginas, indican que las familias de clase media para abajo en Estados Unidos apoyaron medidas a favor de los más ricos. ¿Y por qué? Porque las personas más pobres creen que son de clase media. En la Argentina pasa exactamente lo mismo.
El tema es relevante para nuestro país, comenta Cruces. El INDEC señaló en su último informe que el costo de la canasta básica total para una familia tipo es de $1.283. O sea, el 9,9% de los argentinos son pobres según las estadísticas oficiales. "De esos números podemos pensar que brindar cifras de pobreza sustancialmente menores a las reales hace que los individuos perpetúen sus visiones sesgadas de su situación relativa".
La afirmación del director del CEDLAS se basa en una de las conclusiones del trabajo: los más pobres dan su apoyo a programas sociales cuando comprueban que su situación relativa es peor que la del resto de la sociedad.
Ahora, ¿cómo llegaron a esta conclusión los economistas argentinos? El descubrimiento se basó en una encuesta a 1.100 familias del conurbano bonaerense realizada dos años atrás. Allí encontraron, entre otras cosas, que la mayoría de las personas declaró pertenecer a la clase media. Tantos los ricos como los pobres tienden a pensar que su situación es como la del promedio de la sociedad porque, básicamente, cada uno interactúa con personas de un nivel de ingresos similar.
Cruces y compañía fueron un paso más allá e introdujeron un experimento: la mitad de los encuestados fue informada en un momento dado del cuestionario cuál era su ubicación verdadera en la escala social. Acto seguido se les preguntó su opinión sobre las políticas redistributivas. "Cuando les fue develada su posición verdadera en la escala social y veían que eran más pobres de lo que pensaban, el apoyo a las políticas redistributivas aumentó", explica Cruces.
Impactos
La falta de estadísticas confiables tiene impactos que van más allá de lo económico. Hay quienes creen, por ejemplo, que uno de los motivos de la derrota del Gobierno en el segundo trimestre de 2009, cuando la economía estaba en recesión, fue que no percibió el deterioro de los ingresos como producto de haber roto las estadísticas oficiales. La inflación había pegado un salto en la primera mitad de aquel año.
El hallazgo del trabajo de Cruces, Tetaz y Pérez-Truglia podría ofrecer una lectura en ese sentido: cuantas menos sean las personas que perciban su pobreza en relación con el resto de la sociedad, entonces menor será la demanda de la población sobre las políticas redistribucionistas.
Esta conclusión resulta relevante también de cara a los sucesos en las economías en diversas economías emergentes. En el último tiempo quedó demostrado que la inflación crispa a los habitantes de ingreso medio que viven en democracias, dictaduras y reinos.
Se calcula que en los próximos 12 años, 1.800 millones de personas engrosarán las filas de la clase media. De éstos, cerca de 600 millones serán chinos. Un trabajo de Brookings Institution estima que para 2020 la clase media será el 53% de la población mundial. Para 2025, China tendrá la clase media más grande del mundo.
La Argentina tiene cerca del 10% de la clase media de América Latina, según un cálculo de la División Américas del Grupo Santander. En términos de millones de habitantes, equivale a la tercera más grande de la región. Brasil tiene 87 millones de clase media (no incluye los denominados segmentos medios-altos), Mexico 56 y luego vienen la Argentina y Colombia, con 22 millones.
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Ver: Alan Greenspan pide derogar todas las reducciones de impuestos de la era BushUna mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización