Si se analiza individualmente a quienes forman Podemos y sus adherencias de distintos ultraizquierdismos, mareas mareadas e iluminados, si se observa su conducta en algunos ayuntamientos cargada de rabia y de odio, y sus exigencias de cambio de régimen, lo racional es proteger vigorosamente la Constitución que ellos quieren destruir.
Lo menos malo que pueden defender los republicanos racionales y prácticos es la monarquía que desde 1978 ha sido el gran lubricante pacificador del país paralizando las tejeradas ultraderechistas, esperemos ahora que también las tejeradas sin pistola pero golpistas de los nacionalistas y las de la ultraizquierda que aprovecha la debilidad de los populares y de los desnortados socialistas.
La agresividad y zafia grosería de quienes quieren eliminar esta Constitución demuestran que son peligrosos para nuestras libertades. Su sueño es la dictatorial “democracia popular”.
Un país no puede estar bajo el imperio de ultras cuyas obras públicas son maltratar iconos nacionales, exhibirse ante la prensa escarranchándose para orinar por las calles, o acosar bolivarianamente a periodistas cuyas opiniones les molestan.
Los corruptos del PP o del PSOE son menos peligrosos: como vemos, la mayoría termina o terminará en la cárcel. Los falsos regeneradores, con su Constitución, sólo enviarán al penal a toda oposición.
Además, también están marcados por corruptelas, pequeñas por carecer todavía de grandes presupuestos para saquearlos.
Recuérdese a sus líderes: el evasor Monedero, el bien pagado para pseudoinvestigar Errejón, el pequeño Pablo pagando en negro o Tania Sánchez, donante de fondos municipales para su familia, absuelta judicialmente, condenada moralmente por choricilla, como ella define a otros.
Toros, fútbol, flamenco, sol, playa, paella, tapas, fiesta, son algunos de los tópicos en el exterior para describir España.
Pero también democracia, paz, libertad, alegría, un decente estado del bienestar y, crecientemente, la figura del nuevo Rey, sin el cual, visto lo que viene para derribarlo, iríamos directamente a la autodestrucción.
Por eso muchos republicanos son hoy monárquicos empíricos.
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SALAS y Cristina