Desde que tenemos conciencia, estamos en desacuerdo con el tiempo. Cuando somos pequeños deseamos que el tiempo pase muy rápido para crecer, tener más años, hacer lo que hacen los grandes y obtener beneficios y permisos. Pero nunca llegamos a estar de acuerdo, porque siempre existirá el primo mayor que tiene más concesiones o el hermano menor al que hay que cuidar y dar ejemplo por tener menos años.
En fin, nuestra vida transcurre entre años, meses, semanas y días... y el tiempo siempre en contra nuestra. Si esperamos algo bueno, tarda tanto en llegar... en cambio, las malas noticias llegan tan pronto. Si disfrutamos algo bello, pasa tan rápido... en contraste, el dolor parece que llegó para quedarse.
Primero queremos que los cumpleaños lleguen volando, después quisiéramos que dejaran de llegar, o al menos que se tardaran un poco.
Nos cuesta tanto entender que cada cosa tiene su tiempo y por más que tratemos de alterarlo, sólo conseguiremos hacerlo más difícil y a fin de cuentas, tomará su lugar en el momento preciso.
¡Todo mundo tiene prisa! Basta encontrarte a alguien en la calle y preguntarle: ¿Cómo estás?, para que la respuesta sea: Corriendo, aceleradísimo, luego nos vemos porque ahora voy volado...
Convertimos nuestra vida en una ardua carrera, pero... ¿Hacia dónde?Sería bueno invertir un poco de nuestro precioso tiempo y preguntarnos:
- ¿Cuánto he vivido... tal vez la mitad de lo que me tocará vivir?
- ¿Qué he hecho con mi tiempo?
- ¿He logrado algo realmente importante, que me ha dado satisfacción y me hace sentir orgulloso?
- ¿Qué hice con mis días y mis horas?, ¿Cuáles he disfrutado y vivido intensamente porque hice lo que debí en su momento?
- Si no puedo salir por alguna circunstancia, ¿he disfrutado quedándome en mi casa, o me la he pasado sufriendo y francamente desperdiciando el tiempo?
- ¿Estoy satisfecho con lo que he hecho con mi vida hasta ahora?
¿Y qué es perder el tiempo?:
- Lamentarme por lo que no me es posible hacer, porque no me alcanza el tiempo.
- No saber qué quiero hacer con mi vida y no preguntármelo.
- No analizar mi hoy, mi ahora, mis actuales fuerzas, debilidades y posibilidades.
- No saber lo que busco ni para qué soy bueno.
- No disfrutar el hoy, ni planear el futuro por estar refunfuñando sobre el fracaso del ayer.
- Vivir sin ponerme metas fijas a corto, mediano y largo plazo.
- No decidirme nunca a realizar algo porque no encuentro el tiempo.
- No realizar esos cambios en mi vida de forma inmediata o poco a poco, aunque sé que son necesarios.
- No buscar oportunidades.
- Quejarme de algo y no hacer nada por mejorarlo.
- Llegar tarde y fastidiado por lo que no alcancé a hacer o dejé a medias.
- Conformarme con hacer poco y hacerlo mal.
- No darme cuenta que el mundo está allí para ser conquistado por mí.
Y preguntémonos...
¿Qué veré al final de mi vida?,
¿trozos interminados de mil cosas?,
¿frutos de nada?,
¿o acaso frutos verdes?
Puedo hacer de mi vida una obra maestra y ser ejemplo, estímulo y ayuda de otros. O puedo hacer de ella un montón de fracasos que obstaculicen y perjudiquen también a los demás. Puedo ser fuente de desánimo y truncar muchos planes...
Nunca podremos saber de cuánto tiempo disponemos, pero podemos estar seguros de que lo aprovecharemos mejor si dejamos de luchar contra él , si tratamos de dar a cada cosa su tiempo y de vivir la vida en lugar de correrla.
Mi pasado existe, debo tomar experiencias de él. Mi presente existe, debo planear mi vida. Mi futuro existe para llevar a cabo mi plan de vida.
Soy responsable de mi propia felicidad, por lo tanto debo encontrar el sentido de mi existencia: ¿A dónde voy? ¿Qué quiero? ¿Por qué lo hago? ¿Cómo voy a lograrlo?
La vida es una. Es irreversible. Cada momento perdido no se recupera jamás. Nadie hará por mí lo que no haga yo mismo. Necesito planear con sentido de la realidad, no construyendo castillos en el aire o sueños imposibles que acabarán por desalentarme.
Debo trazar metas concretas, luego planes de acción y lanzarme a cumplirlas.
Algunos consejos que ayudan a organizar y distribuir el tiempo
1. Tenemos todo el tiempo del mundo...
Lo importante es saber optimizarlo de manera que nos alcance para lograr nuestros objetivos y metas.
2. Es mejor planear que improvisar y remendar
¿Recuerdan las últimas vacaciones en que se lanzaron a la aventura? Algunas cosas salieron bien, muy espontáneas; otras salieron pésimas, sin organización, incluso con cierto temor de que el paso siguiente saliera peor que el anterior.
Para planear las actividades, resulta eficaz una agenda, ya sea individual o familiar, en la que se pueda marcar acontecimientos mediatos e inmediatos, para estar preparados cuando se presenten.
3. Hay gente que cree que pierde su tiempo planeando
Nada más falso, pues el tiempo que se invierte en la planeación se notará cuando actuemos con menos equivocaciones e imprevistos y con mejores resultados.
Además, resulta mucho más relajante haber planeado un acontecimiento, puesto que si no se hace así, uno está pensando todo el tiempo en que no ha preparado nada, lo cual resulta tensionante.
4. Prever la noche anterior lo que me propongo hacer el día siguiente, y escribirlo
¿Qué tan importante es escribirlo? Mucho, puesto que así se lucha además contra otro terrible adversario: el olvido, el cual siempre se da maña para estropearnos el tiempo, que tenemos muy limitado.
5. Ordenar nuestra planeación en prioridades
Hay cosas importantes que no podemos dejar de hacer y hay otras urgentes, que no admiten demora.
De esta manera se ordena la agenda en dos formatos: el cronológico, cuando se trata de citas y actividades a horas definidas, y en orden de importancia, cuando ponemos en primer lugar lo que necesitamos hacer con más urgencia.
6. Vencer la indecisión, el titubeo y la postergación
Poniendo fechas límite acordes a la realidad, para no seguir con la cantaleta de siempre: ¡El lunes comienzo la dieta!, Ahora sí acabaré la carrera..., Ahora sí dejaré de fumar...
Mientras no aprendamos que las cosas se resolverán y los problemas se arreglarán, no por arte de magia, sino poniendo empeño de nuestra parte, no adelgazaremos, ni terminaremos la carrera, ni dejaremos de fumar. ¡Es sencillo!, si se quiere que sucedan las cosas, hay que trabajar por ellas.
7. Tener cierta flexibilidad al planear nuestras actividades de modo que si surgen imprevistos realmente importantes, puedan ajustarse
Aquí podemos ver el otro lado de la moneda, hay gente que planea demasiado, que no deja ni un huequito de su tiempo libre, de manera que si va en su coche en camino hacia una actividad y se le revienta una llanta, ya su día se arruinó.
Lo importante es llegar a todos lados puntual, pero sin irse matando, ni estar demasiado tenso para disfrutar de los imprevistos.
8. No extender el trabajo para llenar el tiempo disponible
Respetar el tiempo dedicado al estudio o el trabajo.
Hacer lo mismo con el tiempo del hogar. Lo peor que puede hacer una persona es llevarse trabajo de más a su casa, porque no disfruta su aquí y ahora y el tiempo precioso que puede pasar con su familia se le va entre las manos como arena.
Es tiempo de actuar
Ahora que sabemos que el tiempo es nuestro, que haremos lo que queramos con él, tenemos varias opciones:
- Pasarnos el tiempo descansando, a gusto, dejándolo correr, como si fuera agua que pasa por una llave abierta, desperdiciándose, sin sernos útil a nosotros ni a los demás.
- Saturar nuestro horario, llenando de compromisos, estudio, deportes, eventos sociales, trabajo, todo nuestro día, de manera que no nos quede tiempo para pensar, incluso para sentir.
- Utilizarlo para lograr nuestros objetivos, sacándole jugo a cada minuto, a sabiendas de que cada pequeño lapso de tiempo, nunca se recuperará, por lo que nos conviene usarlo óptimamente.
Fuente: https://escuelapararicos.net/sera-nuestra-vida-una-eterna-carrera-tiempo/