¿Por qué te escondes? – @Demenziado

Te equivocas, no me escondo aunque me gustaría desaparecer.

Estoy tan cansado de lo que me rodea que me cuesta andar con la mirada alta, como solía hacer. De tanto mirar al suelo, avergonzado, el mundo se ha hecho pequeño y me he convertido en un minúsculo gigante.

No me escondo, sólo oculto a los demás la tristeza de mis ojos.

Cuando miras al suelo mientras arrastras los pies, ves muchas cosas que antes te habrían pasado desapercibidas:

He pasado mañanas enteras rodeado de hormigas laboriosas preparándose de nuevo para el invierno; he visto huellas borrarse poco a poco hasta hacer desaparecer todo rastro del caminante; he aprendido a reconocer a las personas por el sonido de sus pasos; he escalado montañas de desechos; he aprendido a calcular la hora del día por el tamaño de las sombras y, ahora, tengo una pequeña fortuna de monedas de cobre.

Si hubiera levantado la cabeza habría corrido el riesgo de encontrarme con las miradas presurosas que ya no me observan y, la verdad, no me siento capaz de sostener ninguna de ellas. Supongo que es mejor mirar al suelo que sucumbir a la tentación de hacerlo por encima del hombro.

No me escondo, aunque no lo creas, he decidido hacerme invisible para el resto.

En otro tiempo era la encarnación del éxito, pero la soberbia se encargó de corregirlo. Nada era suficiente. Buscaba, desafiante, miradas que traspasar; era un gigante que aplastaba al resto como a hormigas; consideraba basura todo aquello que no me llegara a la altura de la suela de mis zapatos; era incapaz de reconocer unos pasos acercándose y, lo reconozco, ni siquiera me importaba; pensaba, pobre de mi, que dejaba una huella indeleble al andar sobre el paseo de la fama; daba puntapiés a las monedas caídas en el suelo, dejando la suerte para quien la necesitara; el reloj marcaba el tiempo que controlaba minuciosamente y ninguna luz se atrevía a hacerme sombra.

Así que no me escondo, sólo espero una nueva oportunidad para resurgir valorando mejor el suelo donde piso.

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