La debilidad del sistema inmunológico de una persona puede llevarla a sufrir diferentes amenazas al tener defensas bajas. Un caso de defensas bajas modifica la respuesta del organismo para enfrentar todo tipo de virus e infecciones en potencia. El cuerpo, de esta manera, queda a la mercede de diferentes agentes nocivos que pueden alterar el equilibrio del organismo de distintas maneras. Los primeros indicios de que podemos llegar a tener las defensas bajas no los da el hecho de sufrir repetidas infecciones en cortos períodos de tiempo (varias semanas).
Uno de los pilares más importantes para que el organismo pueda dar respuestas satisfactorias en caso de infecciones es un sistema linfático funcional. Los nódulos linfáticos, en este sentido, tienen un papel protagónico (dado que filtran todo tipo de desperdicios en los tejidos orgánicos). El centro más importante para defender al organismo es el timo, sitio en el que se forman los glóbulos blancos que actuarán como defensas para impedir que enfermemos. En los casos en los que este órgano no funciona como corresponde pueden sucederse todo tipo de problemas.

Según la evidencia científica recopilada en los últimos años una alimentación balanceada es una de las claves para evitar el problema de las defensas bajas. En una alimentación completa debe haber un adecuado consumo de frutas y verduras (son los que nos aseguran un correcto aprovisionamiento de vitaminas, impidiendo cualquier tipo de problemas con las defensas).
Las personas que tienen las defensas bajas, además, son mucho más proclives a contraer alguno de los virus que circulan de forma estacional. Aquellos que consumen un variado espectro alimenticio (con nutrientes de todos los colores) no tienen estos inconvenientes, y en caso de contraer un virus se pueden deshacer del mismo en muy poco tiempo.